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Pero Pedro lo levantó, diciendo: —Levántate, pues yo mismo también soy un hombre. Hablando con él, entró y halló a muchos que se habían reunido. Y les dijo: —Vosotros sabéis cuán abominable es para un judío juntarse o acercarse a un extranjero, pero a mí me ha mostrado Dios que a nadie llame común o impuro. Por eso, al ser llamado, vine sin replicar. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir? Entonces Cornelio dijo: —Hace cuatro días que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de mí un varón con vestido resplandeciente, y me dijo: “Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios. Envía, pues, a Jope y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro, el cual se hospeda en casa de Simón, un curtidor, junto al mar; cuando llegue, él te hablará”. Así que luego envié por ti, y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado. Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: —En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que lo teme y hace justicia. Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; este es Señor de todos. Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Pedro había crecido en una religión estricta. No sólo le daba ideas muy fuertes sobre lo que era correcto y lo que estaba equivocado, también especificaba con quien podía asociarse y a quien evitar. Le decía lo que podía comer y lo que nunca debía comer. No obstante, en nuestra lección bíblica, Pedro viola algunos de estos tabúes. Observamos indicios de que el compromiso férreo de Pedro hacia algunas de las estrictas reglas estaba flaqueando cuando leemos que era un invitado en la casa de Simón, un curtidor que vivía junto al mar cerca de la ciudad de Jope (v. 32). Un curtidor era una persona que trabajaba con pieles de animales — de animales muertos, por supuesto — algo que ningún judío de conciencia haría. Igualmente, ningún judío estricto aceptaría la hospitalidad de un hombre así que era considerado permanentemente impuro. Sin embargo, allí estaba Pedro, quedándose en la casa del hombre, aunque la profesión de curtidor lo aislaba del resto de la comunidad, siendo ésta probablemente la razón por la que vivía junto al mar. William Barclay conjetura que quizás este curtidor era cristiano y Pedro estaba empezando "a ver que el cristianismo abolía estas pequeñeces y tabúes hechas leyes."1 Los líderes de la religión judía en esos días tenían pasión por las reglas y los reglamentos. Los Diez Mandamientos no les eran suficientes. Ellos desarrollaron reglas sobre reglas, ampliando los mandamientos en centenares de diminutas directrices, tocando casi toda conducta concebible. Por contraste, Jesús era un apasionado de las personas. En una ocasión, Jesús dijo, “No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir" (Mateo 5:17). Él vino a darles significado. Mientras que los líderes religiosos discutían de minucias, Jesús extendía la mano a las personas. Por eso es que era necesario que Pedro se conectara con Cornelio. ¡Éste último estaba a punto de convertirse en el primero gentil (no judío) en recibir a Cristo en la era de la Iglesia Primitiva, abriendo así la expansión del evangelio a todos, no sólo a los judíos! Analizando esta gran historia, descubrimos que Dios ve a las personas diferentemente de la manera que muchos seres humanos se han mirado históricamente entre si. Él ve a las personas completamente. La tendencia en los días de Pedro, y en los nuestros también, es ver a las personas parcialmente. Es fácil ver a las personas sólo en lo que se refiere a su raza o su profesión o su nacionalidad. Dios vio Cornelio completamente. Cornelio era un centurión, lo que quiere decir que era un soldado profesional con la responsabilidad de un centenar de hombres. (Las palabras centuria y centurión son similares). Los centuriones formaban el espinazo del ejército romano. Las Escrituras generalmente describen favorablemente a los centuriones como personas sensatas y sensibles en asuntos espirituales. Lucas nos habla de un centurión en Capernaúm que había construido una sinagoga para los judíos (Lucas 7:1.10). Mateo describe a un centurión que tuvo fe para creer que Jesús podía sanar a su sirviente enfermo sin estar en la presencia actual del sirviente (Mateo 8:5.13). Un centurión protegió a Pablo de soldados irracionales que intentaban matar a sus prisioneros (Hechos 27:42.43). Fue un centurión que dio el veredicto de que Jesús era el Hijo de Dios (Mateo 27:54). Dios vio a Cornelio no sólo como a un centurión, sino como un hombre temeroso de Dios también. Aquí en Hechos capítulo 10, la Biblia lo describe como devoto, consagrado a la oración, generoso con los necesitados (v. 2). Los judíos lo respetaban (v. 22). Cuando Pedro vino a la casa de Cornelio, el centurión le mostró reverencia (v. 25). Obviamente, el soldado tenía hambre de saber más de Dios (v. 33). Dios también vio a Pedro, no sólo como el gran pescador que era. Lo vio, no como un apóstol de Jesucristo, aunque lo era también. Lo vio como un hombre inicialmente en conflicto, debido a la manera en que el Espíritu Santo parecía estar extendiendo la mano a personas que no encajaban con las ideas preconcebidas de Pedro acerca de la manera en que Dios operaba. Y vio a Pedro como una persona enseñable dispuesto a cambiar. Si bien se necesitó una visión de Dios (Hechos 10:9.16), Pedro comprendió el mensaje rápidamente. Aceptó prontamente a los sirvientes de Cornelio, aunque eran gentiles (Hechos 10:17.23). Viajó rápidamente a Cesarea, para reunirse con Cornelio y para compartir la verdad con él y su casa (vs. 24.29). Dios ve cada parte de nosotros. Él nos ve como a hombres y mujeres; Él nos ve como hijos e hijas; Él nos ve como hijos y padres. Él nos ve en lo que se refiere a nuestra nacionalidad, nuestra herencia racial y étnica, nuestras vocaciones y pasatiempos. Él sabe todo lo que hay que saber de nosotros. Ninguna parte de nuestra identidad escapa a Su visión escudriñadora. ¡Las buenas nuevas son que, viéndonos completamente, aún así nos ama! Él ve a las personas claramente. Cuando Pedro empezó a hablar a Cornelio y a los de su casa, él admitió, "En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas " (v. 34). Esto hace a Dios único, porque muchos de nosotros mostramos favoritismo. Para ser absolutamente sincero, yo soy bastante parcial con mis propios hijos y nietos. Nosotros podemos entender este tipo de prejuicio. Pero de lo que Pedro estaba hablando es que Dios no tiene favoritos cuando viene a dar Sus bendiciones. Él disfruta en bendecir a todos los que le responden. Cuando nosotros mostramos el favoritismo, es típicamente porque tenemos segundas intenciones. Un político puede mostrar favoritismo patrocinando una legislación favorable a una compañía o a un individuo que fue generoso con él durante su campaña para ser elegido. Un empleador puede traer a su hijo o hija al negocio y promoverlos rápidamente por encima de los otros, porque él es parcial a su propia carne y sangre. Un oficial de la iglesia puede hacerse de la vista gorda cuando alguien transgrede las reglas de la iglesia porque la persona en cuestión tiene influencia o es un contribuyente fuerte. Pero Dios no muestra el favoritismo. Él ve a las personas diferentemente de otros que tienen una visión inferior. Dios nos ve claramente, no a través de la lente del dinero, poder o lazos de sangre. Dios ve el valor de un alma. Al contrario de nosotros que vemos sólo carne y sangre, Dios ve el valor intrínseco del alma de un individuo. Gordon MacDonald habló con un sur africano negro después de uno de sus mensajes. El hombre admitió que había odiado a los blancos debido a la manera en que él había sido tratado cuando tenía dieciséis años. Él y sus padres se habían detenido en una estación de gasolina en África del Sur y entró en el baño de hombres. No había ningún rótulo indicando que los negros no debían usarlo. Sin embargo, unos minutos después entró un hombre blanco y lo sacó corporalmente, aunque el adolescente explicó que no había ningún rótulo que le prohibiera que usara el baño. Cuando el hombre blanco lo empujó fuera de la puerta, él gritó al muchacho de dieciséis años: "Usted no es un hombre; usted es un animal." 2 Este vergonzoso tratamiento había envenenado al hombre durante treinta y cinco años. Dios no nos ve como animales. Él nos ve como personas de valor. Dios ve el potencial de una persona. Desde que nosotros a menudo no vemos completamente a las personas como Dios lo hace, podemos limitar su potencial debido a nuestras ideas preconcebidas acera de ellos. Hace varios años, un hombre afro americano empezó a asistir a la iglesia dónde yo servía de pastor. Después de unas semanas, él solicitó ser miembro. Asistir a esta iglesia completamente blanca era una cosa; la membresía era realmente otra. Si se hiciera, él sería la primera persona de color en ser admitido como miembro. Yo había encontrado bastante prejuicio en esa comunidad para saber que eso podría causar olas de resentimiento. Yo lo llamé y le agradecí su solicitud. Le dije muy francamente que nosotros no teníamos ningún otro miembro afro americano (un hecho que estoy seguro era bastante obvio para él), y me preguntaba por qué quería unírsenos. Él me aseguró que no estar intentando dejar un mensaje sin palabras o causar problemas. Él dijo, "Cuando vine la primera vez a la iglesia, sus miembros me dijeron que se alegraban de verme. Cuando salí, dijeron que esperaban que regresara. Cuando volví, dijeron que se alegraban de verme de nuevo. Yo aprecio ese tipo de calor y amigabilidad; ellos me hicieron sentir en casa." Él se hizo miembro y fue instrumental para ayudándonos a alcanzar a otras personas de color. Yo me alegro que nosotros no limitemos su potencial. Dios ve el sueño en nuestros corazones. Las personas que nos rodean tienen sueños de ser mejores de lo que son, de mejorar sus condiciones y llegar más alto. Sin embargo, a veces nosotros no reconocemos sus sueños porque no los vemos claramente como Dios lo hace. Jesús probablemente sorprendió a Sus discípulos cuando les dijo, "Vosotros sois la sal de la tierra. . . vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:13, 14). Y eso es exactamente en lo que ellos se convirtieron. Él sabía que eran individuos a veces competitivos y mezquinos. Pero también vio los sueños en sus corazones. Después, en el poder del Espíritu Santo, ellos alcanzaron alturas mayores de las que ellos o nosotros hubiéramos previsto basados en su conducta anterior. Usted también tiene un sueño en su corazón. Dios lo ve y en Su poder usted puede cumplirlo. 3. Él ve a las personas compasivamente. Lejos de ejercer el favoritismo, según Pedro, Dios acepta a los hombres y "en toda nación se agrada del que lo teme y hace justicia. " (Hechos 10:35). Éste no es un Dios que conserva la distancia. Él es un Dios que abraza calurosamente. Él acepta a las personas. Los líderes religiosos del día de Pedro tenían la tendencia de empujar a las personas lejos de sí. Jesús atrajo a las personas. Sus discípulos aprendieron a responder a otros con amor y compasión, reflejando así el espíritu del Salvador. Recientemente, visité una iglesia recién plantada. En el almuerzo, hablé con una pareja afro americana que eran nuevos en esta congregación racialmente mezclada. Les pregunté lo que les gustaba de la iglesia. Ellos dijeron, "las personas aquí son calurosas y amigables y tienen una actitud de aceptación." Una mujer, en un pastorado anterior, tenía una historia de ser una cristiana débil. Ella me dijo que nunca había mantenido un andar consistente con el Señor por más de dos meses. El pecado levantaba su horrible cabeza y ella se rendía a sus tentaciones. Sin embargo, la directora de ministerios para mujeres empezó a pasar tiempo con ella, aconsejándola y animándola, así como haciéndola responsable. En unos meses, vimos que se estaba fortaleciendo en Cristo. Ella había encontrado a amigas que la miraban a través de ojos de compasión. Otra mujer empezó a asistir a la iglesia después de que su marido la había divorciado, convirtiéndola en una madre sola con tres niños para criar. A través de algunos conocidos oyó hablar de la iglesia. Empezó a asistir, hizo amigos nuevos, y encontró que había personas en el mundo a las que realmente le importaba. Ella me dijo, "yo no sé lo que hubiera hecho sin esta iglesia. Estas personas realmente me han mostrado amor." Una de las grandes oportunidades que nosotros tenemos como iglesia es mirar al mundo a través de ojos de compasión, como lo hizo Jesús. Cuando saludamos a las personas con aceptación amorosa, hace un mundo de diferencia. Max Lucado cuenta una parábola que le relató un rabino que conoció en un vuelo de una aerolínea. En la parábola, el presidente de una compañía tiene su oficina en el piso superior de un rascacielos de Manhattan. La mayoría de las personas no lo han visto, pero se conocen a su hija que trabaja para su padre en el mismo edificio. Desdichadamente, ella se aprovecha de su posición familiar haciendo demandas a las personas. Pide al guarda en la puerta delantera ir calle abajo a comprarle un pastel. Renuentemente, el guarda deja su puesto y hace como se le ordena. Entretanto él está pensando, "Si la hija es tan mandona, ¿qué dice eso de su padre?" La hija se encuentra después con una secretaria que lleva un montón de papeles. Deteniéndola, la ordena olvidarse de su proyecto y que vaya en cambio a limpiar la oficina de la hija. Desde que ella es la hija del jefe, ¿qué opción tiene la secretaria? La hija pasa por su día, comportándose de esta irritante y exigente manera. Ella nunca usa el nombre de su padre para mandar a las personas alrededor, pero la conexión es obvia: "Si ella es tan mandona, ¿qué dice eso de su padre?" Ahora suponga que la hija sufre un cambio de conducta. Suponga, que en lugar de pedir que el guarda le traiga un pastelillo, ella le trae uno a él. Suponga, que en lugar de pedir que la secretaria interrumpa lo que está haciendo, ella la ayuda a hacer su trabajo. Ahora expresa preocupación por las familias de los empleados, les trae café y generalmente saluda a todos con un espíritu de interés y bondad. Aunque no use el nombre de su padre, ahora las personas están diciendo, "Si la hija es tan bondadosa, ¿cómo será el padre?" El rabino señaló," Ellos no lo han visto. Ellos no lo conocen. Pero conocen a su hija y conocen su corazón." 3 Como hijos del Padre celestial, nosotros podemos reflejarlo positivamente o podemos dejar una impresión negativa de Él. Usted y yo tenemos la oportunidad de ser los embajadores de Dios en este mundo. Podemos ser Sus manos, Sus pies y Su voz. "Así que, somos embajadores en nombre de Cristo,” escribió el apóstol Pablo, “como si Dios rogara por medio de nosotros " (2 Corintios 5:20). Es maravilloso saber que Cristo es apasionado, no sobre reglas y procedimientos, tan importantes como son las pautas de Dios para nuestras vidas. Él es apasionado de las personas a quienes ve completamente, claramente y compasivamente. ¿Pero cómo lo sabrán otros a menos que nosotros nos acerquemos a ellos como Sus embajadores, tratándolos como Él los trataría y amándolos como Él los amaría? SOBRE EL AUTOR El Reverendo Ronald C. McClung es Superintendente de Distrito del Distrito de Iowa-Minnesota de La Iglesia Wesleyana. Anteriormente, él sirvió durante 33 años como pastor de iglesias en Indiana, Michigan y Kansas. __________ 1 William Barclay, Los Hechos de los Apóstoles, The Daily Bible Study Series (Philadelphia, Pennsylvania: The Westminster Press, 1976), p. 80. 2 Gordon MacDonald, La Vida que Dios Bendice (Nashville, Thomas Nelson Publishers, 1994), pp. 135-136. 3 Max Lucado, No se trata de mí (Nashville, Integrity Publishers, 2004), pp. 144-145. Serie Temática…Semana Dos Declarando la Promesa de cristo Escrito por Steve Lennox Texto – Juan 4:1-26 Cuando, pues, el Señor supo que los fariseos habían oído decir: «Jesús hace y bautiza más discípulos que Juan» (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), salió de Judea y se fue otra vez a Galilea. Y le era necesario pasar por Samaria. Fue, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del viaje, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta. Llegó una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: —Dame de beber —pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos—. La mujer samaritana le dijo: —¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?—porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí—. Respondió Jesús y le dijo: —Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: —Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Jesús le contestó: —Cualquiera que beba de esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. La mujer le dijo: —Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed ni venga aquí a sacarla. Jesús le dijo: —Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: —No tengo marido. Jesús le dijo: —Bien has dicho: “No tengo marido”, porque cinco maridos has tenido y el que ahora tienes no es tu marido. Esto has dicho con verdad. Le dijo la mujer: —Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, pero vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: —Mujer, créeme que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que lo adoren. Dios es Espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren. Le dijo la mujer: —Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: —Yo soy, el que habla contigo. El abrasador sol del mediodía caía sobre los cansados viajeros que atravesaban el montañoso camino a Samaria. Los discípulos y Jesús habían empezado temprano esa mañana camino a Galilea, antes de que el sol se levantara. Ahora quemaba furiosamente, calcinando el polvo del camino que se metía en las gargantas de los hombres. Así que, cuando el pueblo samaritano de Sicar apareció en la distancia a través del reluciente calor, un suspiro audible de alivio surgió de los labios resecados de los hombres, pues aquí ellos se detendrían a descansar y comer su comida del mediodía. Como una media milla antes de la ciudad en el pozo conocido como de Jacob, Jesús se sentó para descansar. —Vayan adelante —les dijo Él— Compren comida y agua y regresen aquí. Yo quiero estar sólo por un tiempo. Los discípulos se fueron al pueblo. El haber estado con Jesús había cambiado a estos hombres. Ellos no habrían considerado entrar siquiera en un pueblo samaritano antes de conocerlo. Los samaritanos eran sus enemigos, mestizos, cuyos trasfondos y religión despertaban aversión y odio en los judíos. No hacía mucho tiempo que estos mismos discípulos habrían dado grandes rodeos para evitar a los detestables samaritanos. Pero ahora, aquí están, entrando en un pueblo samaritano para comerciar con sus antiguos enemigos. Quizás uno o dos de ellos pensaron: “Qué diferentes se ve la gente desde que hemos estado con Jesús." Su rabino, solo ahora, se asomaba por el antiguo pozo, dejando caer un pequeño guijarro, escuchó su sonido cuando dio con agua abajo. Entonces alzó Sus ojos hacia al camino que venía de Sicar y miró a una mujer solitaria que caminaba despacio hacia el pozo. Sus ojos miraban el suelo, el gran cántaro de arcilla emperchado sobre su hombro, su túnica recogía la brisa caliente arremolinándose alrededor de ella. Era una mujer bonita o lo había sido; el tiempo y la vida habían endurecido sus rasgos. Profundas líneas marcaban su frente y las comisuras de su boca. Sus ojos oscuros, tentadores una vez, ahora miraban con una oscuridad profunda e intensa. Sus ojos se encontraron cuando ella cuando se acercó al pozo, y Jesús sintió el filo y la agudeza de su breve mirada antes de que ella volviera los ojos. En esos primeros torpes momentos de silencio, el corazón de Jesús se conmovió sabiendo el dilema ante Él. Sus treinta años de educación judía le habían enseñado que debía verla como a una intocable; era una mujer, considerada por los judíos como ciudadanas de segunda clase, una samaritana, una de los enemigos de los judíos y una pecadora. Pero Sus ojos, enfocados con compasión divina, no vieron a una mujer samaritana y pecadora, sino a una criatura de Dios con un alma sedienta, tan seca y yerma como la tierra que pisaba, tan vacía como el cántaro emperchado sobre su hombro, tan atrapada por el pecado y el dolor como el agua en el pozo de piedra donde estaban parados. Cuando ella alcanzó el pozo, alzó el pesado cántaro de arcilla de su hombro, lo descansó por un momento sobre las piedras, y entonces empezó a sacar el agua. Ella se había sorprendido cuando lo vio allí sentado; nadie venía al pozo a esa hora del día, sólo ella. Soslayadamente, ella estudió a este extranjero. Era un hombre de aspecto común, nada fuera de lo corriente—y, sin embargo, había algo acerca de Él. Jesús la miró como a alguien conocida. Él conocía su pasado. Él sabía que caminaba esta distancia todos los días para evitar a las otras mujeres del pueblo. Jesús conocía su sórdido estilo de vida, sus seis amantes, su vida miserable y vacía. Después de que ella había sacado el agua, Jesús hizo una simple petición —Por favor dame de beber. Su pregunta la inmovilizó por un largo y torpe momento. ¿Cómo podía Él, un hombre judío, hablarle a una mujer samaritana? Ella lo complació, pero cuando le daba el agua, le preguntó: —Tú eres judío y yo una mujer samaritana. ¿Cómo puedes pedirme de beber? —Su pregunta, aunque justa, fue hecha con una manifestación de cinismo. Los hombres habían hecho demandas de ella durante años y ella siempre cumplió, aunque cada vez con menos de ella en el arreglo. Aquí estaba uno más que quería algo. Jesús no contestó a su pregunta, sino a la sospecha. —Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le pedirías, y él te daría agua viva. Su cinismo ensordeció sus oídos para oír lo que Jesús le estaba diciendo y ella entendió mal Su comentario sobre el agua viva. Él estaba hablando de verdades celestiales; su mente era tan dura como las piedras alrededor del pozo en que su cántaro de arcilla descansaba. Ella no oyó "agua viva" sino “agua corriente," otra manera de traducir la frase aramea. Con tono de burla ella preguntó: — ¿De dónde conseguirás esta agua corriente? Nuestro padre, Jacob, sólo tenía este pozo para dar agua a su familia y su ganado. Si él no pudo encontrar agua corriente aquí, ciertamente tampoco tú podrás. Jesús oyó el cinismo y sintió la animosidad y la acusación en su voz, pero también vio más allá de su corazón herido e intentó de nuevo. —Todos los que beban el agua que yo les doy nunca tendrán sed, de hecho, el agua que yo les doy se volverá en ellos una fuente de agua que salta para vida eterna. Una sonrisa sarcástica de desprecio afloró en sus labios y cualquier cosa que pudiera haber sentido inicialmente acerca de este hombre se marchitó en el desdén. Él era un necio o peor, y no digno de su atención seria. Pero antes de irse, por qué no divertirse un poco con Él. —Dame de esa agua para que no tenga que caminar hasta aquí, sacarla, beberla y volver a tener sed —El tono burlón era inequívoco. Ella casi pronunció sus palabras riéndose, pero la risa quedó muerta en su garganta a Su contestación. Jesús, determinado en penetrar el muro para rescatar a esta mujer encarcelada, miró directamente en sus fríos y oscuros ojos y ordenó: —Ve, llama a tu marido y regresa —Como un escalpelo Sus palabras cortaron profundamente en su enconado corazón. El color se le fue de su cara y sintió un asomo de vergüenza; su verdadero ego había sido expuesto de un modo que las chismografías nunca habían logrado. Al instante volvió a lo que había sido su sola fuente de protección a lo largo de su dura y segura de sí misma vida, la indiferencia fría que rechazaba el desdén de las mujeres, la manipulación de los hombres y su propio profundo vacío. La pared de piedra que por tanto tiempo le había impedido sentir, compartir verdadero cariño y amar, ahora se levantaba para resistirse y defenderse de este hombre de palabras cortantes y mirada penetrante. Ella rechazó Sus avances, avances de un tipo muy diferente a los que ella estaba acostumbrada a recibir, del único que podía ablandar su corazón coriáceo, el único que podía penetrar su pared y librarla de su frío encarcelamiento. Con los puños apretados y una voz tensa de miedo, enojo y desesperación, ella contestó: —No tengo marido. Jesús fue tras ella implacablemente. —Tienes razón cuando dices que no tienes marido. La verdad es que has tenido cinco maridos, y el hombre que tienes ahora no es tu marido. Lo que acabas de decir es la verdad. ¿Cómo se atrevía a recordarle lo que ella sabía tan bien? ¿Cómo lo sabría? ¿Quién le habría dicho? La mujer se sentía como si la tierra se estuviera moviendo bajo sus pies y perdía su equilibrio. Tanteó hacia atrás y encontró una pared de piedra para apoyarse. Estas vislumbres de su verdadero ego, no importa cuán breves, la habían hecho tambalearse. Ella siempre había podido devolver el desdén y rechazar el reproche. Este hombre con sus desconcertantes palabras y agudo reproche la había agitado profundamente; aún así, Él parecía ser la persona más segura que ella se había encontrado jamás. Ella quiso irse, huir lejos, pero sentía que no debía—no, en realidad quería quedarse. Débilmente, ella armó otra defensa para desviar la abrasadora intensidad de Su presencia que se sentía más fuerte que el sol a mediodía. Ella encantaría a este hombre llamándolo "profeta" y enviaría la conversación hacia un argumento teológico entre judíos y samaritanos, lejos de la tambaleante torre en que Él la había convertido. Por un momento, pensó que había escapado pues el hombre había tomado el señuelo teológico y empezó lo que parecía un argumento. Cuando Él continuó, sin embargo, algo se conmovió profundamente dentro de ella como nunca antes había sentido. Una puerta, cerrada con llave por mucho tiempo, estaba siendo forzada para que se abriera. No sólo eran Sus palabras, sino algo más que trajo recuerdos olvidados hacía mucho de amor, aceptación y esperanza que se formaban en su alma. "Ese sentimiento extraño que tuve cuando me le acerqué, sus preguntas sondeando y sus penetrantes respuestas, Su atención puesta en mí, tan diferente de cualquier hombre que he conocido, Su paciencia conmigo, una proscrita. ¿Podría ser éste el Mesías?" No se atrevió a preguntarle. Sólo se atrevió a arriesgar una declaración. Si éste fuera de verdad el Mesías, Él sabría responder a la esperanza en su corazón. —Sé que ha de venir el Mesías; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Y no fue defraudada. Había encontrado a quien las barreras sociales, culturales eran cosas para ser ignoradas, para quien lo que más importaba era el amor de Dios por las personas. Había encontrado al Mesías, el que la miraba a — y el que nos mira hoy — no como el mundo, con juicio, sino como Dios ve, con amor y perdón. Ella había encontrado a Jesús, el que derriba las barreras que nos separan unos de otros y de Él. Ella había venido por agua pero había salido con vida. Había venido sin rumbo a este pozo y había entrado en el redil del Buen Pastor. Había llegado atrapada entre muros de piedra, como las piedras que rodeaban el pozo, y regresó una fuente de agua viva. Jesús anunció ser la fuente de vida al máximo (Juan 10:10); esta mujer lo encontró fiel a Su palabra. Una mujer samaritana pecadora, había venido con nada más que un cántaro vacío. Cuando regresó había encontrado a su Mesías y se había encontrado a sí misma. Quizás, como la mujer samaritana, usted se siente atrapado tras paredes de culpa y pecado. Usted ha intentado ignorar esas paredes pero no puede. Usted ha intentado escalarlas pero son demasiado altas. Usted no puede excavarlas porque son demasiado profundas. Usted se siente impotente, débil y atrapado sin escape. Jesús quiere encontrarse con usted en su esclavitud y ponerlo en libertad. Todos lo que debe hacer es rendirse a Dios y reconocerlo como su Salvador. No importa lo que usted haya hecho para quedar atrapado. Jesús puede darle la libertad. Algunos temen lo que está más allá de sus paredes. Detestan estar confinados dentro de sí mismos, pero lo prefiere a enfrentarse con Dios y con otros. Jesús lo encontrará dentro de sus paredes, no para reñir o recordarle su pecado, sino para darle la bienvenida a Su rebaño. Mire a esta mujer, corriendo con alegría, abriéndose a los vecinos que la habían rechazado. Ésta es la vida abundante, una vida de alegría, aceptación y libertad. O quizás usted es un constructor de barreras. Sea en el nombre de la pureza o la seguridad, usted levanta paredes para dejar fuera a las personas. Quizás usted sienta que la santidad requiere que se separe de pecadores y extraños, asumiendo que el contacto con tales personas trae corrupción. Jesús no está de acuerdo. Para ganarlos, Él fue a ellos. Si hubiera una ocasión en la vida que Jesús debió haber construido una pared entre él y otra persona, sería en el pozo de Samaria. En cambio, nosotros lo vemos derribando esas paredes, aún cuando la mujer se aferró a las paredes como a su propia vida. La reconciliación es el propósito para el que Jesús vino a la tierra y fue asesinado. La conciliación no es nada menos que despedazar esa gruesa pared, la más impenetrable de todas, la pared del pecado. Si un Dios santo y recto puede dar pasos costosos para quitar esa barrera, ciertamente nosotros no debemos erigir ninguna pared que nos impida alcanzar a un mundo perdido con el evangelio. Usted y yo nunca debiéramos ser limitados por las barreras ni debiéramos erigirlas tampoco; no mientras Jesús —Dios en la carne que pasó Su vida derribando barreras—no mientras Jesús sea nuestro Señor. ACERCA DEL AUTOR El Reverendo Dr. Stephen J. Lennox es Presidente de la División de Religión y Filosofía en la Universidad Wesleyana de Indiana. Él es autor de dos comentarios y una introducción al Antiguo Testamento. Steve vive en Marion, Indiana con su esposa y dos hijos. Serie temática… Semana tres DECLARANDO LOS PRINCIPIOS DE CRISTO Escrito por Ken Murphy Texto – Hechos 8:26-35 Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: «Levántate y ve hacia el sur por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto». Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace, reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros y había venido a Jerusalén para adorar, volvía sentado en su carro, leyendo al profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y júntate a ese carro». Acudiendo Felipe, lo oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: —Pero ¿entiendes lo que lees? Él dijo: —¿Y cómo podré, si alguien no me enseña? Y rogó a Felipe que subiera y se sentara con él. El pasaje de la Escritura que leía era este: «Como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que lo trasquila, así no abrió su boca. En su humillación no se le hizo justicia; mas su generación, ¿quién la contará?, porque fue quitada de la tierra su vida». Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: —Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo o de algún otro? Entonces Felipe, abriendo su boca y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús Ganando amigos e influenciando a los vecinos Evangelización. Pocas palabras generan tanta admiración y culpa al mismo tiempo entre la mayoría de los cristianos. Si usted ha estado en la iglesia por poco tiempo que sea, es muy probable que haya oído la palabra. Es decir, muchos de nosotros sabemos que se supone que debemos de “evangelizar" el mundo para Cristo, pero ¿qué quiere decir eso realmente y cómo lo vamos a hacer? Construyendo puentes y desarrollando relaciones con otros es una de las mejores maneras de compartir a Cristo eficazmente. La gente hoy tiene hambre espiritual y está más abierta que nunca para hablar sobre la naturaleza espiritual de la vida. Sabiendo esto, ¿cómo introduciremos a Dios en nuestras conversaciones, y cómo invitaremos a nuestros amigos a entrar en una relación personal con Cristo? Conexión personal con Dios. Hoy vamos a repasar algunos principios bíblicos de Hechos 8:26.35, donde encontramos a Felipe junto al camino enfrascado en una conversación espiritual. El primer principio que vemos en este pasaje es que para compartir el amor de Dios con otros debemos tener nuestra propia conexión personal con Él. En el versículo 26 el Señor dijo a Felipe: “Ve hacia el sur por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto». Entonces él se levantó y fue...” Dios dijo que fuera, y él fue. Felipe no sabía por qué debía ir por ese camino y tampoco entendía totalmente la agenda del día, pero fue fiel en ir y hacer exactamente como Dios lo ordenó. Si nosotros queremos ser usados por Dios y deseamos que Él nos use para compartir las buenas nuevas de Su gran amor con otras personas, va a requerir que tengamos un espíritu receptivo y obediente. Requiere que estemos atentos para escuchar la voz de Dios cuando diga: " Este es el camino, andad por él." ¿No es interesante que cuanto más cerca estamos conectados con Dios, más fácil es oír Su voz? El Señor nos guiará. El segundo principio es que el Señor nos guiará. El versículo 27 dice: “. . . Entonces él se levantó y fue. Y sucedió. . . .” Para compartir su fe, usted debe estar ya en la jornada. Fue mientras Felipe estaba en el camino que se encontró al importante eunuco, oficial etíope. En el camino Dios dirigió a Felipe para que fuera a una ciudad particular. Tenía un destino definido, pero el plan de Dios no era que Felipe llegara realmente a ese destino. Cuando ya estaba en la jornada, Dios lo encontró en medio camino y le dio la oportunidad. Yo temo a veces que nosotros estamos tan preocupados con nuestro propósito final en la vida — nuestro destino — que no vivimos cada día totalmente. Es fácil vivir por la mantra: “Cuando alcance mi próxima meta, entonces tendré tiempo para ser usado de Dios o testificar." Entretanto, perdemos las oportunidades que Dios nos trae durante nuestro peregrinaje por la senda y la jornada de la vida. Yo he hablado con muchas personas que han hecho su ambición primaria alcanzar la cima de la compañía y casi todo su tiempo, energía y recursos se consagran a esta meta. Los pocos que realmente llegan a la cima a menudo comprenden que es un lugar solitario. Los sacrificios que tuvieron que hacer en el proceso, frecuentemente los han dejado más vacíos que cuando empezaron. Por otro lado, mire a las personas que se comprometen y dicen: "Voy a disfrutar de esta jornada llamada vida y, por el camino, voy a disfrutar de las relaciones y las experiencias.”Cuando esta es nuestra actitud, le permitimos a Dios traernos muchas más oportunidades de vivir la vida totalmente y compartir las buenas nuevas con otros. Es asombroso ver cuántas oportunidades tenemos cuando empezamos a buscarlas. No diga: “Bueno, uno día . . . cuando tenga las cosas más bajo control, cuando termine los proyectos en la casa, cuando tenga tiempo para ir a presentarme con el vecino al lado, cuando esté un poco más seguro, pues no conozco la Biblia muy bien porque yo mismo soy un cristiano nuevo. . . . Un día . . . cuando vaya a un grupo de estudio bíblico, cuando pueda orar en voz alta y hablarle a alguno de mis sentimientos y mi fe, cuando yo crea que estoy listo para revelar mi secreto y testificarle a alguno de Cristo. . . .” Esté seguro que si usted vive la filosofía de “un día,” ese día nunca vendrá. Empiece la jornada hoy. Empiece la aventura de andar por el camino que Dios le ha trazado, pero mantenga sus ojos, oídos, corazón y mente bien abiertos para las experiencias, encuentros y relaciones que Dios tenga para usted. Estar en la jornada no tiene mucho que ver con el destino como con la respuesta a la pregunta: “¿En qué estoy volviéndome a diario, a quién estoy influenciando y con quién estoy viajando en esta jornada llamada la vida?" Piense ¿qué hubiera sucedido si Felipe no hubiera sido obediente a Dios? ¿Qué si Felipe no hubiera estado verdaderamente conectado con Cristo y no hubiera estado atento a la voz de Dios? Imagínese si él hubiera dicho: “Sabes, Dios, está muy caliente hoy. No quiero transitar por ese camino; quizá mañana." ¿Qué si Felipe hubiera llegado al camino que Dios le había indicado y (dándose cuenta que Gaza quedaba a un día de camino) comenzara a echarse carreras cortas con anteojeras puestas para impedir distraerse con lo que estaba sucediendo alrededor de él? Uno de los líderes más poderosos en todo Etiopía quizás no hubiera oído las buenas nuevas del evangelio de cierta manera que él pudiera entenderlas y responder a ellas. La ley de la proximidad y la conexión. Esto nos lleva a un tercer principio para compartir su fe. Yo la llamo la ley de la proximidad y la conexión. En el versículo 29, Felipe está en el camino y el Espíritu le dice: “Felipe, acércate y júntate a ese carro.” Si usted quiere tener influencia en las personas y si quiere relacionarse con ellas, usted tiene que estar cerca, disponible y deseoso de acercarse aún más. La ley de la proximidad y la conexión significa que usted tiene que acercarse a la persona demostrando un verdadero interés por él o ella. Uno de los grandes desafíos, así como de las grandes tragedias de la iglesia hoy, es la tendencia a no comprometerse con la cultura en que vivimos. Desde los comienzos del “movimiento de santidad,” de la que es parte La Iglesia Wesleyana, hemos tenido que resistir la “mentalidad de retraimiento” en la vida cristiana. La tendencia de la Iglesia ha sido separarse del pecado del mundo invocando una mentalidad casi monástica. Con mucha frecuencia, nos hemos separado para no estar demasiado cerca del mundo en que vivimos por temor de que el mundo ejerza su influencia en nosotros. Lamentablemente, el lado opuesto también es verdad. Nosotros, la Iglesia, ya no estamos influyendo en el mundo. Cuando entablemos amistad con la gente, tenemos que comenzar en el lugar en que están ellos con sus cuestionamientos y necesidades. Podemos predicarles, pero si la gente está con hambre, necesitan que les demos de comer primero. Si las personas están dolidas físicamente, alguien necesita estar allí para curar su herida. La manera de crecer e impactar una comunidad para Cristo es por medio de expresiones de compasión. El compartir efectivo manda que crezcamos en compasión hacia otros y comencemos a verlos como Cristo en Mateo 9:36–38, “Al ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «A la verdad la mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies». Podemos ayudar a crecer una gran iglesia a través de la dirección eficaz y un producto excelente. Pero impactaremos a una comunidad cuando establezcamos relaciones con los que están perdidos, dolidos y buscando. Las conversaciones espirituales empezarán a ocurrir conforme seamos más compasivos y veamos a otros como Cristo los ve. La verdadera misión de la iglesia no es un edificio impresionante o congregación grande—es cambiar al mundo para Cristo. Empezamos con nuestra propia vida, después con nuestra familia y nuestra comunidad. ¿Por qué? Porque están viviendo en la oscuridad, la luz está brillando en la oscuridad, y la oscuridad no la dominaron (Juan 1:4). ¿Cómo conectar con las personas en conversaciones espirituales? De nuevo, empieza con nuestra propia relación personal con Dios y con el ejemplo de Cristo. Examine los encuentros que Cristo tuvo con las personas a lo largo de la Escritura. Cristo siempre hizo preguntas que lo llevarían al centro de lo que era importante para ellos. Él ya sabía cada respuesta, pero Sus preguntas permitieron a las personas abrirse. Yo creo que las personas responderán cuando nosotros les demostremos amistad genuina y nos interesemos por ellos. Ésta no es una técnica de mercadeo. Muchos están en ventas y todos estamos conscientes de que hay ciertos principios de la venta eficaz—contacto directo de ojos y un apretón de manos firme para nombrar un par—pero en lo que tiene que ver con la testificación cristiana no funciona así. Las personas escépticas o que están inquiriendo acerca de las demandas de Cristo lo están viendo a usted como un halcón, y no les toma más de un segundo para distinguir entre los que simplemente están cumpliendo con las formalidades de los que auténticamente se interesan por ellos. No crea que con sólo el acto de invitar a alguien y hablarles de Dios ya cumplió con su deber. Conectar es cuando usted realmente se preocupa de otros al punto que le duele por dentro. A menos que usted haya orado para recibirlo y lo haya experimentado, usted no tiene idea alguna de lo que yo estoy hablando. No hay palabras que yo podría pensar para comunicar lo que se siente cuando usted empieza a ser quebrantado por la compasión hacia las personas alrededor de usted que están heridas, perdidas y no tienen todavía una relación personal con Jesucristo. También quiero decirle que el Espíritu Santo nunca va a derribar la puerta de nuestro corazón para entrar más profundo en nuestras vidas. Nosotros debemos invitarlo a que tome dominio. Se requiere de un espíritu receptivo, abierto para andar por el camino que Dios nos ha trazado. Cuando tenemos Su espíritu, nos encontraremos orando por las personas. Nos encontraremos en una muchedumbre viendo a los ojos de las personas alrededor, buscando esa chispa de esperanza, una esperanza que es mayor de lo que este mundo es capaz de dar. Comenzaremos a conectar con la gente en las condiciones en que están, en su situación, en su zona de comodidad. No les preguntaremos por su trabajo o donde viven o por sus niños como una táctica para lograr nuestras metas, sino que nos preocuparemos auténticamente por ellos y así lo expresaremos. A través de nuestra relación, habremos ganado el derecho para empezar a hablar sobre asuntos espirituales. Yo tengo un vecino interesante. Nunca olvidaré la primera vez que nos encontramos. Max me dijo que se rumoraba en el vecindario que yo era un predicador. Yo le pregunté si él creía todos los rumores que oía en el barrio. Él se rió y entonces yo le dije que uno de esos rumores era verdad. Él procedió a decirme que nunca habría una razón para que nosotros habláramos de religión o política porque él era un agnóstico. Yo dije “está bien, pero me gusta tu motocicleta. . .” y así nació nuestra amistad. Hemos sido amigos y vecinos ahora durante tres años; él ha ido la iglesia dos veces desde entonces. Sin embargo, la ventana y la puerta de su corazón realmente se abrieron para hablar de verdaderos asuntos espirituales y de la vida por 45 minutos este verano en nuestros traspatios mientras tomábamos un descanso, un descanso largo, de cortar el césped. A veces Dios pondrá a una persona en medio de nuestro camino, como con Felipe y el eunuco etíope, pero más frecuentemente, es un proceso que lleva tiempo para edificar esas relaciones seguras en las que se puede dar el verdadero compartir. En el versículo 31, Felipe pregunta: “¿Entiendes lo que lees?” El eunuco respondió: “¿Y cómo podré, si alguien no me enseña?” Así que, invitó a Felipe a subir y sentarse con él en el carro para que le enseñara. Cuando las personas nos hacen preguntas, nos da derecho para compartir las buenas nuevas. Primera Pedro 3:15 dice: “Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.” Cuando las personas pregunten qué hay de diferente en su vida, esté listo para darles un ejemplo, para compartir la razón por la que tiene esta esperanza, y hágalo con mansedumbre y respeto. 4. Comparta las buenas nuevas de la evangelización. El cuarto principio es simplemente compartir las buenas nuevas. Es lo que hizo Felipe. Él empezó explicando el pasaje que el eunuco ya estaba leyendo. Cuando las personas hacen preguntas, generalmente están buscando respuestas particulares. Sus preguntas son indicadoras de lo que es importante en sus vidas. Allí es donde nosotros empezamos. Yo he pensado, y estoy seguro que muchos de ustedes también: "¿Qué les voy a decir?" Hay una pequeña oración silenciosa, que hago a menudo en situaciones como esta. En silencio oro: “Amado Señor, por favor dame las palabras correctas que decir y ayúdame a decirlas correctamente y en el momento oportuno.” ¿Y sabe que? He llegado a creer que cuando confiamos en Dios para que nos dé dirección, Él nos dará las palabras que decir. Dios es fiel. Todo lo que tenemos que hacer es contar la diferencia que Dios ha representado en nuestras propias vidas. El resultado está entre ellos y el Señor. Para serle sincero, las últimas semanas ha sido un tiempo de prueba en la casa de los Murphy. Todos pasamos por tormentas en la vida. Para nosotros, empezó hace unas semanas cuando a uno de nuestros hijos de cinco años le extirparon las amígdalas y los adenoides. Poco después, el mismo día, empezó a sangrar y tuvimos que llevarlo nuevamente al Hospital de Niños para que detuvieran la hemorragia. Poco después, mi suegra, que ha estado viviendo con nosotros durante algún tiempo, fue operada, y esta última semana nuestro bebé, Peyton, que tiene ahora 5 meses terminó en la sala de emergencias en el Hospital de Niños donde lo admitieron alrededor de la una de la mañana con un inexplicado y doloroso salpullido. Estuvo tres días en el hospital. Todos estamos muy bien en casa ahora. En el correo esta semana, Serena recibió una tarjeta especial. Quiero compartirle un poco de lo que decía porque es una historia que resume lo que quiere decir acerca de compartir y hablar del asombroso amor de Dios con los que no han tomado una decisión para Cristo todavía. En la cara de la tarjeta decía CREA. Dentro estaba escrito el siguiente mensaje: “Serena, usted tiene hermanas en Cristo que oran por usted y su familia diariamente. Yo sé porque yo soy una de muchas. Nosotros podemos pararnos en la brecha por usted. Por favor hágame saber si hay algo más que pueda hacer. Quiero tener la oportunidad de ayudarla porque si no fuera por usted y Ken, yo no tendría la familia que tengo hoy. Su amistad es una verdadera bendición en mi vida. Con amor," y abajo firmó su nombre. Yo miré a Serena al otro lado de la mesa de la cocina mientras sostenía la tarjeta en mi mano y dije: "Serena, ésta es la razón por qué nosotros hacemos lo que hacemos." La pareja que escribió esta tarjeta no eran cristianos hace tres años, cuando otra familia de nuestra iglesia se mudó al vecindario. Comenzaron una verdadera amistad; conversábamos de los niños, los deportes, intereses comunes. Un día se extendió una simple invitación. Al principio la madre y los niños vinieron a la iglesia solos. La madre empezó a decir cosas como: "No sé lo que hay en este lugar; me siento tan diferente cuando estoy en la iglesia y rodeada de otras personas de la iglesia. ¿Podrían orar para que mi marido venga conmigo?" Pocos meses después, él vino a la iglesia por primera vez. Conforme conocieron a más personas, empezaron a involucrarse. Un día, tomaron la decisión de aceptar el precioso regalo de Dios, el perdón, y consagrar sus vidas a seguir y vivir para Cristo. El siguiente verano, los dos fueron bautizados en nuestro servicio de bautismo al aire libre. La familia Murphy logró tener una pequeña participación en esta jornada espiritual. Ahora, tres años después, esta familia está conectada, involucrada, creciendo y sirviendo. Sus vidas fueron cambiadas para la eternidad, su matrimonio fue cambiado para la eternidad y su familia está cambiando para la eternidad. Sus niños serán criados en un hogar fundamentado en los valores cristianos. El curso entero de sus vidas será para siempre diferente porque hubo personas que oraron, vivieron vidas auténticamente cristianas y estuvieron dispuestas a hacer su parte. Ahora, tres años después, mi esposa y yo estamos recibiendo ministerio de personas que llegamos a amar y a ser testigos de su renacimiento espiritual. De esa manera funciona el Reino. Permítame preguntarle algo. ¿Le gustaría a usted recibir una nota similar a esta en unos cinco años de ahora, de uno de sus mejores amigos o uno de sus compañeros de trabajo que no conocen a Cristo hoy? Piense en eso. ¡Dios está en el negocio de la transformación de vidas! Su deseo es revolucionar el odio y la oscuridad en este mundo y hacer que todas las personas pasen de la oscuridad a la luz. La Escritura nos dice en 2 Pedro 3:15 que Jesús no está demorando injustamente su regreso como algunos pensarían, sino que tiene tal compasión por Su pueblo que nos está dando, a la Iglesia, un poco más tiempo para hacer lo que hemos sido comisionados y llamados a hacer. Dios nos quiere allí afuera para que empecemos a amar a las personas y a conectarnos con ellas en conversaciones espirituales. Los matrimonios están en la balanza, las familias están en la balanza, y la eternidad está en la balanza. Cuando miro a esta congregación, veo a personas cuyas vidas son ahora totalmente diferentes de lo que eran hace sólo un corto tiempo. Alguien estuvo dispuesto a desarrollar una relación con usted, para amarlo verdaderamente y testificarle a través de su estilo de vida y conversación. Ahora, usted puede hacer lo mismo para otros en nuestra jornada juntos por la causa de Cristo. ACERCA DEL AUTOR El Reverendo Kenneth W. Murphy es el Pastor mayor en la Iglesia Wesleyana de Cypress en Galloway, Ohio (un barrio residencial de Colombus). Previamente, Ken fue pastor plantador de iglesias para Red Cedar Community Church en Rice Lake, Wisconsin. El y su esposa, Serena, tienen tres hijos. Serie temática… Semana cuatro DECLARANDO LA PROVISIÓN DE CRISTO Escrito por Mark O. Wilson Texto – Juan 3:1-21 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, dignatario de los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo: —Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Le respondió Jesús: —De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le preguntó: —¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre y nacer? Respondió Jesús: —De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: “Os es necesario nacer de nuevo”. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu. Le preguntó Nicodemo: —¿Cómo puede hacerse esto? Jesús le respondió: —Tú, que eres el maestro de Israel, ¿no sabes esto? De cierto, de cierto te digo que de lo que sabemos, hablamos, y de lo que hemos visto, testificamos; pero no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales y no creéis, ¿cómo creeréis si os digo las celestiales? Nadie subió al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. »De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas, pues todo aquel que hace lo malo detesta la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean puestas al descubierto. Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras son hechas en Dios.” El 29 de julio de 1971, James Irwin logró algo extraordinario. Yo dudo en serio que alguien aquí esta mañana haya hecho la misma cosa. Todos los niños y las niñas sueñan con ello —pero pocos, muy pocos lo han experimentado realmente. ¿Alguien desearía aventurar una suposición acerca de lo que James Irwin hizo ese día? ¡Él fue la primera persona en manejar un vehículo en la luna! Como comandante de Apolo 15, él tuvo el privilegio de despegar rumbo a la luna y manejar el primer vehículo lunar —algo parecido a un cuadriciclo de neumáticos anchos para transitar en la arena. ¿Se puede imaginar usted lo que eso debió haber sido? ¡Nada de embotellamientos de tránsito! ¡Ninguna señal de alto! ¡Ningún peatón molesto! ¡Ninguna patrulla de carreteras! ¡Debió haber sido emocionante! Probablemente, algún día harán a Jim Irwin el "santo patrón de los cuadriciclos." Mientras estuvo en esa misión histórica, Irwin dijo que nunca se había sentido más cerca de Dios. Fue una experiencia profundamente espiritual para él. Después de alunizar y caminar en su superficie, él pensó: " Este tiene que ser el evento más grande en la historia de la humanidad — ¡el hombre caminando sobre la superficie de la luna!" Pero entonces, la voz apacible de Dios habló a su corazón y le dijo: "No, estás equivocado. Esto es grande — ¡pero yo hice algo mejor! ¡Yo caminé en la tierra!" Irwin volvió de su viaje tan profundamente impactado por este encuentro espiritual, que pasó el resto de sus días (los siguientes 20 años) sirviendo como ministro del evangelio. ¡Su más gran deseo era decir en todas partes a todos que realmente hay un Dios y que le importamos lo suficiente para caminar entre nosotros! Y esa, mis amigos, es la historia más grande que el mundo haya oído jamás —y es una historia verdadera; Una historia poderosa; Una historia que trae vida; Una historia que llena de esperanza. Esta historia es la razón por qué nuestra iglesia existe hoy. “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.” Sólo piense en esto: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16). ¡Ese pequeño versículo condensa todo el poder del evangelio! Juan 3:16 ha sido memorizado más que cualquier otro versículo de la Escritura. Más personas han venido a conocer a Jesús a través de este versículo que cualquiera otro. Cada niño que ha ido a la escuela dominical está familiarizado con Juan 3:16. ¡Nosotros encontramos este versículo por todas partes! Usted probablemente lo ha visto en rótulos de eventos deportivos y convenciones políticas. Lo ha visto en las camisetas, carteleras en la carretera y en tarjetas de felicitación. ¡Hay una cadena de comida rápida que hasta lo ha escrito en el fondo de sus vasos de Coca Cola! “De tal manera amó Dios al mundo.” Este versículo es apreciado tan profundamente por tantas personas, porque contiene tanto evangelio en tan pocas palabras. El ex-capellán del Senado, Richard Halverson, llamó a Juan 3:16 el "Texto Áureo de la Biblia: El evangelio en miniatura." Dios— la máxima realidad De tal manera amó—el máximo motivo Al mundo—el máximo campo misionero Que ha dado—la máxima consideración A su Hijo unigénito—el máximo sacrificio Para que todo aquel—la máxima gracia Que en él cree—la máxima respuesta No se pierda—el máximo rescate Sino que tenga vida eterna—¡la máxima esperanza! Juan 3:16 es el máximo versículo en la Biblia, y nos recuerda el plan de la redención de Dios. 1. Todo comienza con Dios. “Dios. . .” Juan 3:16 no intenta defender o explicar la naturaleza de la divinidad—sólo comienza con “Dios. . .” La Biblia entera empieza así también,"En el principio creó Dios. . .” Todas las cosas empiezan con Dios. Demasiado a menudo en la vida, queremos empezar en otras partes. Empezamos con el problema. Empezamos con la política. Empezamos con opiniones personales. Pero ésa no es la manera de la Palabra. Todo comienza con Dios. Él es el Eterno, el fundamento de todo ser. Él es el primero y el último, el Alfa y la Omega. ¡Aparte de Él, no hay nada! Cuando se deja a Dios fuera, se está desconectado de la misma fuente de la vida. En el principio—Dios En el final—Dios ¡Y Dios entre los dos! Usted no puede empezar en cualquier otra parte y terminar en el lugar correcto. 2. ¡Él nos ama hasta el final! “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito. . . .” ¡Él nos ama! Él nos ama hasta el final: un amor 100% que demandó el máximo sacrificio. Un día, una misionera en África estaba celebrando su veinticinco aniversario en el campo misionero. Una de sus primeras convertidas llegó a su casa llevando un regalo: una enorme concha marina. Era una concha muy bonita —y la misionera sabía que no venía del área local. — ¿Dónde conseguiste esta concha tan bonita? —preguntó ella. Su amiga nombró una playa distante. — ¡Pero eso está a diez horas de camino! —exclamó la misionera— Eso es demasiado sacrificio. Usted no debió haberse molestado tanto por mí. A esto, su amiga africana contestó: — ¡La caminata es parte del regalo! A menudo, nosotros amamos a nivel de la conveniencia. El amor se detiene cuando la incomodidad y la desilusión aparecen. Pero el amor de Dios para nosotros no es así. Él nos ama hasta el final. "Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. " (Romanos 5:8). El amor grande se demuestra con sacrificio grande. Juan 15:13 dice: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” Todos nosotros amamos —pero la mayoría de las veces hasta cierto punto. Con demasiada frecuencia, hay límites y condiciones. Te amaré, si. . . Te amaré, cuando. . . Te amaré, hasta. . . Pero cuando Jesús entregó Su vida en la cruz, Él dijo: "Te amo y punto.” Su amor por nosotros cubre todos nuestros pecados. Él no nos ama hasta que pecamos y entonces nos deja. ¡No! “Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5:8). ¡Él nos ama primero! ¡Incluso cuando estamos atascados en el pantano de pecado, Él quiere amarnos hasta sacarnos de allí! La muerte de Jesús en la cruz cumplió con dos propósitos: el amor y la justicia. Siempre que se comete un mal, la justicia exige un pago. Por eso es que tenemos prisiones en nuestro país —y se llama sistema justicia. En el reino espiritual, el pecado es una violación de la ley. Cuando pecamos, hay un terrible precio que pagar— y alguien tiene que hacer expiación por éste. Jesús murió en la cruz y Su sangre era el pago por nuestro pecado. “La paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.” (Romanos 6:23). El pago fue hecho y el decreto fue dado: ¡No es culpable! Hay sólo una manera de tratar con la culpa: pagando la multa. El juez fulminó con su mirada a la muchacha de 16 años en el banquillo de los acusados. "Señorita, usted andaba a 48 millas por hora cuando el límite de la velocidad es 25. Usted es culpable y espero que aprenda una lección de esto. La multa es $258.00." Él entonces golpeó su mazo, se quitó la túnica, fue al actuario de la corte, sacó su cartera y pagó la multa para ella. Y la muchacha dijo: "Gracias, papá." Jesús pagó la deuda cuando dio Su vida en la cruz. "Él pagó una deuda que no debía. Yo debía una deuda que no podía pagar." Él pagó la deuda, y pronunció la declaración: ¡No es culpable! La justicia paga por la culpa—pero usted todavía tiene que sufrir la vergüenza. La vergüenza se incrusta profundamente en nuestras almas. Se vuelve parte de nuestra naturaleza — nuestra identidad. Influye en todos los aspectos de la vida. Nos causa esconder nuestra verdadera persona. En el huerto del Edén, Adán y Eva huyeron y se escondieron de Dios después que habían pecado. ¿Por qué? Debido a su vergüenza. Hay sólo un remedio para la vergüenza: el amor incondicional. La justicia quita la culpa. El amor incondicional quita la vergüenza. Y esa es la belleza de Juan 3:16. La justicia y el amor incondicional se juntan en la cruz de Cristo. ¡Jesús pagó el precio para quitar nuestra culpa y nuestra vergüenza! Pensamiento glorioso, oh felicidad, Mi pecado, no en parte, pero todo, Clavado en la cruz está, y no lo llevo más, ¡Alma mía, alaba al Señor! ¡Alaba al Señor! ¿Ha oído usted hablar alguna vez de la matemática de la redención? ¡Una cruz más tres clavos = perdonado! La cruz de Cristo es el único lugar dónde todas las cuentas van a cuadrar. Todo empieza con Dios y Él nos ama hasta el final. 3. Él nos llama a creer. “. . . Para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.” Esto, en toda su esencia, es el mensaje del evangelio. Fue verdad cuando Jesús colgó en la cruz y exclamó: "Padre, perdónalos." Fue verdad cuando exhaló Su último suspiro y dijo: "¡Consumado es!" ¡Fue verdad cuando tres días después Él se levantó victoriosamente de la tumba. ¡Y es verdad esta mañana de domingo! ¡Este mismo día! ¡Este mismo momento! ¡El evangelio es verdad y es para usted! Dios ha ofrecido el regalo más grande en el mundo: la salvación y la libertad del pecado. Todo lo que tenemos que hacer es reclamarlo como nuestro propio. Los incrédulos lo han modificado y lo han intentado cambiar. Los escépticos lo han mal entendido y lo han calumniado. Los teólogos liberales han intentado diluirlo. Los psicólogos populares se han esforzado para encontrar una explicación opuesta. ¡Pero no importa cuánto intenten presionar contra éste, la Palabra de Dios sigue inmutable! Una y otra y otra vez —el evangelio de nuestro Señor Jesucristo se mantiene firme, ¡y las puertas del infierno no prevalecerán contra éste! ¡En Juan 3:16, este precioso pero poderoso pequeño versículo, nos recuerda que sólo Dios puede rescatar un alma! La obra grande ya está hecha —nuestra tarea es creerla y recibirla. A menudo, la gente quiere hacerlo más complicado que eso. "Seguramente, hay que hacer más que eso," protestan ellos. "De algún modo, yo tengo que ganar suficientes puntos para ganar la simpatía de Dios.” El carcelero de Filipos preguntó la misma cosa. En Hechos 16:30, él preguntó: — ¿Qué debo hacer para ser salvo? Pablo respondió: —Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú y tu casa. El problema aquí no es "hacer” algo para ganar su salvación. ¿Cómo sería posible hacer suficiente? ¡El Gran Algo ya fue hecho! ¿La pregunta no es “¿qué debo hacer?" Sino, "¿qué ha sido hecho por mí?" ¡Su tarea es simplemente creer que ha sido hecho por nosotros y recibirlo con corazón agradecido! Creer en la muerte expiatoria de Jesús en la cruz es esencial para el "rescate de nuestra alma.” Hay muchos hoy que no entiende esta verdad. La teología del Dr. Phil, de Oprah Winfrey, y las redes de televisión públicas enseñan que todas las religiones son iguales. Según el pensamiento popular, un musulmán bueno no es diferente de un budista bueno, un wiccan bueno, o un cristiano bueno. “Hay muchos caminos que llevan a Dios." La religión de sorbetera dice: escoge tu sabor favorito, y quizá puedes mezclar un poco. Aunque este punto de vista es popular, lamentablemente está equivocado. Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Jesús no murió en la cruz para darnos una “filosofía bonita.” Él no vino para darnos una “buena religión.” Él murió para salvarnos—para rescatarnos del dominio de las tinieblas—para vivir en relación con nosotros—¡para hacer rectos nuestros corazones! Un día, el apóstol que Pedro se paró ante el sanedrín, un grupo de líderes religiosos endurecidos. Ellos habían reducido las grandes cosas de Dios en formas y rituales. Pedro se encendió como una antorcha en presencia de éstos fariseos de corazón frío y declaró que la salvación sólo se gana de una manera. Hechos 4:12 dice: “En ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." No dice que Jesús sea un camino optativo. No dice que Él es uno de los mejores caminos. Dice que Él es el único camino para ser salvo. Hay muchos caminos para llegar a Jesús, pero Jesús es el único camino para llegar a Dios. Nosotros necesitamos creerlo y recibirlo. Él es el único que puede perdonar sus pecados y puede limpiar su corazón esta mañana. Ninguna otra opción satisfará. Intentar “manejar" su pecado a través de la autodisciplina y la modificación de la conducta no funcionarán. Usted puede ir a consejería todas las semanas durante años, pero eso no le quitará su pecado. ¡Usted puede leer todos los libros de autoayuda publicados, pero usted permanecerá atrapado en sus transgresiones —hasta que se vuelve a Jesús! ¿Qué me puede dar perdón? ¡Sólo de Jesús la sangre! Quizás usted ha venido aquí hoy agobiado por el remordimiento y la vergüenza. Dios quiere ayudarlo esta mañana. Él quiere cambiar su vida. Él quiere limpiar su alma. Él quiere ponerlo en libertad. "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16) Yo lo invito a recibir a Cristo como su Salvador esta mañana. Él vendrá a usted dondequiera que se encuentre —pero alabado sea Dios, Él no lo dejará donde está. ¡Él lo llevará a dónde usted siempre ha querido estar! Él está llamándolo esta mañana. ¡Venga, y recíbalo ahora! ACERCA DEL AUTOR El Reverendo Mark O. Wilson ha servido como pastor mayor de la Iglesia Wesleyana de Hayward en Hayward, Wisconsin, desde 1991. Él tiene una pasión especial por las iglesias y el crecimiento de la iglesia en las comunidades rurales. Él y su esposa, Cathy, tienen cinco hijos. Serie temática… Semana cinco DECLARANDO LA PRIORIDAD DE CRISTO Escrito por Tim Guptill Texto – Efesios 2:14–18 Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades (la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas), para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos y a los que estáis cerca, porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. "La iglesia local es la esperanza del mundo." He oído decir muchas veces apasionadamente al Pastor Bill Hybels de Willow Creek Community Church cerca de Chicago. Siempre que considero ese pensamiento, me impacta de nuevo la idea que la iglesia realmente es el concepto de Dios de comunidad. Es la idea de Dios. La iglesia ha de ser un lugar donde las personas pueden ser reales. Donde se forman relaciones y se confían en ellas. Un lugar de refugio y responsabilidad. Cuando invitamos a alguien a la iglesia, realmente estamos invitándolos a ser parte de la comunidad que Dios diseñó para que cada uno de nosotros la disfrute. Hay algo naturalmente atractivo que rodea a los lugares seguros, sinceros y acogedores. ¡Y la iglesia puede ser ese lugar! Uno de los más grandes deseos de cada corazón humano es pertenecer. De la guardería a la casa de ancianos, queremos conectar con otros. Desdichadamente, muchas personas buscan sin propósito fijo en los lugares equivocados, esta seguridad y lugar para conectar. "Quizá si ganara más dinero. . . Quizá si estuviera en una relación diferente. . . Quizá si cambiara de trabajo. "Por miles de años, la humanidad ha estado intentando desesperadamente encontrar relaciones seguras. Jesús fue un edificador de relaciones. Él sabía la importancia de las relaciones significantes y dio un modelo a la iglesia primitiva para la verdadera comunidad: Ama a tu prójimo. . . ama a tus enemigos . . . da al necesitado. . . perdónense entre sí. . . no juzguen . . .” (Mateo 6, 7). Jesús demostró un tipo de amor “unos para otros” que es muy diferente a nuestra "primero yo" sociedad. Eche una ojeada a los Evangelios. Una y otra vez usted verá a Cristo demostrando la comunidad bíblica al enfermo, a los pobres, al rico, al proscrito, al religioso y al pagano. Fue atractivo entonces y es atractivo ahora a una generación que busca. Citando a Bill Hybels de nuevo: "no hay nada como la iglesia local cuando la iglesia local está funcionando bien". Espero que la mayoría de nosotros conozca a personas que fueron atraídas a la iglesia y su mensaje porque vieron a la iglesia haciendo lo que debe hacer. A veces la herramienta más grande de la evangelización que podamos usar es simplemente ser un grupo de creyentes abiertos, sinceros, que demuestran el amor de Cristo. Las personas no sólo disfrutan esto, también lo necesitan. En su libro sobre comunidad, Todo mundo es normal hasta que se llega a conocerlo, Juan Ortberg escribió: "Comunidad —viviendo en conexión vital con otros—es esencial para la vida humana. La comunidad es el lugar para el que Dios nos hizo. La comunidad es el lugar donde Dios nos encuentra. ”1 ¿Si la comunidad es tan importante y si es una prioridad de Cristo para todos, entonces cómo invitamos otros a experimentarla? Examinemos nuestro texto —Efesios 2:14–18. La carta de Pablo a la iglesia en Éfeso fue escrita para recordarles que las prioridades de Jesucristo deben ser nuestras prioridades. En los versículos que estamos examinando hoy vemos por lo menos tres ilustraciones de lo que Cristo espera que sea la iglesia. Prioridad 1: Paz (Efesios 2:14, 17). Si queremos que nuestros corazones y nuestras iglesias estén en línea con las prioridades de Cristo, entonces debemos orar: Que nuestras iglesias sean lugares pacíficos. Lugares de respeto mutuo, de una mente y de una misión. Que la paz de Dios sea evidente en nuestras vidas. Si Él realmente es el "Dios de toda paz," entonces nuestras vidas necesitan reflejarlo. Que el mensaje de paz sea claro para los que buscan. Todos nuestros programas, ministerios y esfuerzos de evangelización pueden introducir a los buscadores a una paz como ningún otro. Los mensajes contra la paz nos llueven por todos lados y en todo momento. Hay a menudo contienda en la casa y el trabajo. La mayoría de los medios de comunicación o noticieros que consumimos están llenos de confusión y caos. Un derivado de toda esta inquietud es que las personas están buscando lugares de comunidad verdaderamente seguros. Las personas anhelan lugares donde ellos puedan ser reales, quitarse sus máscaras, y experimentar paz duradera. En el versículo 14 de Efesios 2, el apóstol Pablo nos recuerda que el propio Jesús es nuestra paz, y en el versículo 17 vemos que Jesús vino a predicar paz a todos. Cuando oramos por aquellos que Pablo dice, “están lejos," nosotros necesitamos orar para que ellos vean que el puente que lleva a la paz es la cruz. Es una de las bonitas ironías del evangelio: la violencia de la muerte de Cristo es precisamente lo que nos trae paz. Sin el derramamiento de Su sangre por nuestros pecados, nunca hubiera habido esperanza de "paz en la tierra" (Lucas 2:14). De esto es que trata “La Pasión de Cristo": paz en la tierra. En tiempos de guerra es una práctica común destruir los puentes que sean críticos para el enemigo. En un sentido espiritual, el enemigo de su alma quiere destruir su puente a la paz— su fe en Jesucristo. La comunidad bíblica empieza a tener sentido para las personas cuando ellos ven que la cruz de Cristo es su puente a la paz y la eternidad. Prioridad 2: Acceso (Efesios 2:18). La comunidad en Cristo no sólo se evidencia por la paz en el creyente pero también por la comunicación con el Padre. Nosotros vivimos en un mundo en línea con la alta velocidad, acceso 24/7 a prácticamente todo. Pero ¿qué si usted quiere acceso al Creador? ¿Qué si usted está buscando su propósito y significando? ¿Qué si usted se enfrenta con una situación difícil o tentadora? Como vemos claramente en la carta de Pablo, Jesús enseñó y modeló que en la comunidad bíblica todos podemos tener acceso al Padre. Efesios 2:18 declara: "Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre." Ese versículo casi pareciera demasiado bueno para ser verdad. ¿Podemos realmente experimentar ese nivel de comunión con Dios? Es verdad. Y en este versículo vemos a la Trinidad en función. Jesús preparó el camino —el Espíritu Santo es el vehículo que nos lleva a la presencia de Dios, nuestro Padre celestial. Piense en todas las ofertas que usted ha recibido en las últimas semanas. Peticiones para su firma, anuncios, ventas por teléfono, publicidad por correo, anuncios no solicitados por Internet y la lista sigue. Cada oferta promete ser la mejor de las ofertas que se le han ofrecido en la vida. ¿Ha probado alguna vez un producto basado en un anuncio, sólo para ser defraudado con sus resultados? La mayoría de nosotros lo ha hecho. Podemos ponernos escépticos y cansados de promesas que nunca se cumplen. Dios nunca ha dejado de ser todo o más de lo que Él nos ha prometido. Cuando oramos por las personas que todavía no han sido salvas, necesitamos pedir que la oferta de Cristo de "acceso" sea real en sus vidas. Ore para que las personas vean y entiendan que a través del Espíritu Santo y debido a la obra de Cristo en la cruz, podemos tener una relación directa con Dios el Padre. Podemos orar y comunicamos con Dios siempre que queramos o lo necesitamos. Podemos ser guiados en la vida por Su Espíritu Santo. Podemos ganar visión y sabiduría de la Palabra de Dios. Y podemos tener la promesa de la eternidad con Él en el cielo, acceso ganado a través de la muerte y resurrección de Jesucristo. Prioridad 3: Ciudadanía (Efesios 2:19). El versículo 19 de Efesios 2 es dramático, poderoso y exactamente lo que muchos buscadores anhelan. Debido a lo que Cristo ha hecho para nosotros y debido a lo que el Padre nos ofrece, nosotros podemos pasar de "extranjeros y forasteros" a “conciudadanos... y miembros de la familia de Dios.” Ésa es una descripción de comunidad y de pertenecer. "Yo estuve perdido, pero ahora he sido hallado." El cielo tiene una norma de puerta abierta. Somos invitados a ser parte de la familia de Dios. Dios quiere que estemos en comunidad con Él. En nuestra cultura secular la ceremonia de dar las "llaves de la ciudad" a una persona es uno de los honores más altos que alguien puede recibir. En el mundo espiritual realmente no hay nada tan impactante como el Dios del universo invitándonos, a los seres creados por Él, a unirnos libremente con Él y recibir los beneficios de todos los galardones del cielo. En realidad, Dios nos invita a unirnos a Su familia. Él nos adopta. Ahora, pensando en nuestras propias situaciones, ¿es nuestra iglesia un lugar donde las personas se sienten como que pueden pertenecer? ¿Tenemos nosotros la puerta abierta sin estereotipos y estipulaciones? Una ilustración para la comunidad bíblica y cómo la iglesia debe dar la bienvenida a las personas nuevas va así: Pórtense bien, Crean, Pertenezcan vs. Pertenezcan, Crean, Pórtense bien. Demasiado frecuente, cuando alguien visita nuestra iglesia, la primera cosa que queremos de ellos es que se comporten de la manera que nosotros nos comportamos. ¿Se portan como nosotros, caminan como nosotros o hablan el idioma "cristiano?" Si se comportan de la manera que nosotros nos comportamos, la siguiente cosa que queremos saber es ¿creen ellos como nosotros? ¿Adoran como nosotros? ¿Oran como nosotros? Si se portan bien y creen, entonces les permitiremos pertenecer. Eso es al revés del enfoque que Jesús tuvo con las personas en los Evangelios. Cuando las personas vengan a nuestras iglesias primero debemos ayudarles a sentirse que ellos pertenecen. Porque les hemos dado la bienvenida incondicional y los hemos hecho sentirse que pertenecen, ellos querrán creer. ¡Después de que las personas creen, el Espíritu Santo opera en sus vidas para ayudarles a portarse bien! Ésa es la comunidad. Ésa es la pasión de Cristo —que las personas que están perdidas fuera de la comunidad de Dios encuentren comunión y aceptación en la iglesia local y escojan dar sus vidas a Él. En los momentos que quedan, calladamente y en actitud de oración echemos una mirada a nuestras vidas y a nuestra iglesia. ¿Estamos demostrando la comunidad bíblica a un mundo que anda en busca de algo? ¿Estaré viviendo la vida de paz que es atractiva para alguien que desesperadamente necesita paz en su vida? ¿Es fácil para que las personas se conecten con nuestra iglesia o los mantenemos a la distancia hasta que se parezcan más como nosotros? ¿Qué cambios necesita hacer nuestra iglesia para impactar nuestra comunidad más poderosamente? ¿Qué cambios necesito hacer yo? ¡Dios, ayúdanos a ser la iglesia que quieres que seamos y ayúdame a ser un creyente que se comporte como Tú y ayude a otros a pertenecer! ACERCA DEL AUTOR El Reverendo Timothy Guptill es pastor de Community ad Conexión en Montón Wesleyan Church en Montón, NE Brunswick, Canadá. Él y su esposa, Gayla, tienen dos hijas, Hope y Autumn. __________ 1 Juan Ortberg, Everybody’s Normal Till You Get To Know Them, Zondervan, 2003, p. 19. Serie temática… Semana seis DECLARANDO LA PRESENCIA DE CRISTO Escrito por Jorge Vásquez Texto – Juan 1:1-17 En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Este estaba en el principio con Dios. Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la dominaron. Hubo un hombre enviado por Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino un testigo de la luz. La luz verdadera que alumbra a todo hombre venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de él; pero el mundo no lo conoció. A lo suyo vino, pero los suyos no lo recibieron. Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre. Juan testificó de él diciendo: «Este es de quien yo decía: “El que viene después de mí es antes de mí, porque era primero que yo”». De su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia, porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. En nuestro texto de hoy y en todo el evangelio de Juan, aprendemos que el apóstol escribió estas palabras para animar a sus hermanos creyentes, judíos y gentiles, a permanecer firmes en sus convicciones y en sus vidas cristianas. Al igual que hoy, los primeros creyentes vivían tiempos desafiantes y Juan quiso recordarles que creer en el nombre de Jesús y proclamar Su mensaje eran esenciales para la salvación personal de los pecadores y para impactar su cultura. Ellos también vivían en una cultura pecadora que rechazaba a Jesús y se resistía al mensaje cristiano. Los primeros cristianos enfrentaban y vivían bajo una tremenda persecución y oposición. No obstante, ellos crecieron y proclamaron una nueva cultura de santidad en Cristo Jesús. A pesar de lo negativo de su situación, pudieron impactar la cultura general y transformar la historia. La pregunta que debemos hacernos es, ¿cómo lo hicieron ellos y cómo podemos nosotros reproducir sus victorias? Yo les someto que lo hicieron declarando con pasión la realidad de la presencia de Cristo en los asuntos de los hombres. Judío o gentil, ellos fueron a las personas y les dijeron cómo podían ser transformadas sus vidas y, a su vez, cómo podían ellos ayudar a transformar a otros. Si queremos impactar a nuestra comunidad, cultura, sociedad, nación, y mundo, debemos seguir los pasos de nuestro Señor. Con esto quiero decir que debemos seguir Su ejemplo yendo a los pecadores en lugar de esperar que ellos vengan a nosotros. Debemos estar dispuestos a ser parte de su mundo, en lugar de sólo analizarlo y estudiar acerca de ellos. Debemos alcanzarlos con el evangelio transformador, en lugar de predicar un evangelio reformador y placentero. Debemos enseñar y predicar las verdades bíblicas de Su persona, en lugar de enseñar y predicar especulaciones y opiniones acerca de Él. Y debemos enviar a las personas para que alcancen a otros, en lugar de mantenerlos ocupados dentro de las paredes de la iglesia. 1. Yendo. Vivimos en tiempos aterradores. Las noticias que oímos son perturbadoras sin exagerar. Es más, parece que las fuerzas del mal están presentes en todas partes y que la esperanza para la humanidad se está desvaneciendo. Además de todas las otras malas noticias, podemos agregar el hecho de que la iglesia en Norteamérica ha perdido impulso y está teniendo cada vez menos impacto en la sociedad. Como resultado, menos personas están viniendo a nuestras iglesias como porcentaje de la población global y muchos de los que están asistiendo no está proclamando al Cristo de la Biblia. Nos hemos vuelto demasiado preocupados con agradar a las personas y corremos el grave peligro de llegar a ser no pertinentes a la cultura e irreverentes a Cristo. Todos esto es el resultado de nuestra renuencia para seguir el ejemplo de nuestro Señor. Antes de la venida de Cristo, Dios envió diferentes mensajeros que predicaron acerca de Su misericordia y compasión para las personas. Sin embargo, ninguno de ellos podía expresar propiamente Su amor inmensurable para el género humano. La Palabra Eterna tenía una misión que cumplir. Él quiso declarar el amor de Dios para nosotros y traernos salvación. Para lograr esa misión, tuvo que dejar Su lugar de consuelo e ir a donde vivían los pecadores. La Biblia nos enseña que Dios en Jesús dejó Su lugar eterno de magnífico esplendor y gloria y vino a nosotros. En versículo 11 nos dice que: "Él vino." Dios sabía que los que quería alcanzar no vendrían a Él debido a su naturaleza. Por consiguiente, Él decidió venir a nosotros en la Persona de Jesucristo. Del ejemplo de Cristo, aprendemos que si decimos en serio que queremos impactar y alcanzar a la gente de nuestra cultura, entonces debemos ir a ellos y conectar con ellos. Por Su acción, aprendemos que ir a las personas que queremos alcanzar es esencial. Cristo nos ordenó que “fuéramos" en Su gran comisión, (Mateo 28:19). Pero es triste que por lo general, los que están en la iglesia en Norteamérica, pastores y laicos han caído en desobediencia. En lugar de ir al perdido, nosotros esperamos que ellos vengan a la iglesia. Esta manera de pensar sirve como una pared que nos impide declarar la presencia de Cristo eficazmente en las realidades de hoy. Sigamos en Sus pasos. Eso nos compele a dejar las cómodas paredes de la oficina pastoral y de la iglesia e ir a nuestras comunidades y barrios para darnos cuenta del dolor de la gente y ministrar a sus necesidades. Nosotros debemos ir a y decirles que hay esperanza en Jesús. Debemos ir y decirles que Él los ama. 2. Haciéndose. La Escritura nos enseña que ese Dios vio nuestra necesidad de salvación e hizo algo muy drástico; se hizo humano. El apóstol Pablo dice que Cristo Jesús, a pesar de ser Dios, "se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres" (Filipenses 2:7). El apóstol Juan nos dice que Dios no sólo visitó, sino que también "se hizo." Él escribe en el versículo 14 de nuestro texto, Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (v. 14). El Verbo se hizo carne e hizo Su morada entre nosotros. Él lo hizo para poder compartir e identificarse con las personas que quería alcanzar. Nosotros debemos hacer lo mismo. Al hacerse hombre, Jesús tuvo que hablar el idioma de la gente que quería alcanzar, no sólo lingüísticamente sino emocional y espiritualmente también. Además, en el acto y estado de hacerse carne, Cristo experimentó lo que nosotros experimentamos: sed, hambre, altos y bajos emocionales, frustraciones, felicidades, tentaciones y hasta la muerte. Él comió, durmió, lloró y compartió con las personas en sus mismas circunstancias como uno de ellos. Yo creo que eso es exactamente lo que nosotros debemos hacer para alcanzar a nuestras comunidades y contornos para Cristo. Ésa es quizás la mejor manera de declarar la realidad de Su presencia en nuestro medio. Pablo testificó acerca de la importancia de "hacerse" en 1 Corintios 9:20–22: "Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la Ley (aunque yo no esté sujeto a la Ley) como sujeto a la Ley, para ganar a los que están sujetos a la Ley; a los que están sin Ley, como si yo estuviera sin Ley (aunque yo no estoy sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin Ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos." Nuestros misioneros hacen esto todo el tiempo. Nosotros también debemos hacer lo mismo aquí en casa. Haciéndose uno de nosotros, Dios demostró que estaba hablando en serio en su anhelo de salvarnos. Pero nos olvidemos que para lograr Su misión, Cristo mantuvo una vida que estaba moralmente sobre aquellos que quería alcanzar. Si nosotros hablamos realmente en serio acerca de alcanzar a los perdidos, entonces debemos ir a ellos y debemos estar dispuestos a identificarnos con sus luchas, con sus dolores, con sus victorias y así sucesivamente. No obstante, sin caer en los pecados de los que hemos sido salvados por Dios. Leer y estudiar acerca de una nación, cultura, comunidad o incluso un vecindario no traduce necesariamente en un cuadro exacto de ese grupo. Sólo compartiendo la vida diaria con otros podemos desarrollar una verdadera comprensión de sus cosmovisiones, necesidades y cultura. Basados en el ejemplo de Cristo, no podemos pasar desapercibidos el paso de “hacernos.” Sin embargo, debemos comprender que si el ir es difícil, el hacernos es aun más duro. Eso es porque exige un sacrificio personal y humildad, lo que me hace preguntar si estamos verdaderamente deseosos de ir tan lejos. 3. Alcanzando. Después de hacerse uno de nosotros, las sagradas Escrituras nos enseñan que Cristo mostró Su amor por las personas que quería alcanzar. Él lo hizo con palabras y con acciones. Lo hizo enseñando y predicando acerca del poderoso e incondicional amor de Dios. Lo hizo visitando y compartiendo con ellos en sus casas y sus sinagogas. Lo hizo sanándolos y alimentándolos. Lo hizo viviendo una vida santa. Lo hizo proveyendo para sus necesidades físicas, emocionales y espirituales. Los evangelios nos dicen que nuestro Señor Jesucristo participó en una amplia gama de actividades para alcanzar a las personas. Para hacer este alcance, Él caminó centenares de millas; incluso sobre el agua. Dedicó Su tiempo y energía, pero más importantemente, Él arriesgó Su propio bienestar hasta el punto de dar Su vida por nosotros. Él hizo todo eso porque en verdad quería alcanzar a los pecadores. ¿Estamos nosotros dispuestos a alcanzar a todas las personas que necesitan a Cristo? Si la respuesta es sí, ¿entonces por qué es que nuestras iglesias están constituidas principalmente de personas de la clase media? ¿Por qué es que nuestras iglesias no reflejan las diversidades étnicas de nuestro país? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a ir para alcanzar a los pecadores? ¿Estamos dispuestos a hacer lo mejor sin tener en cuenta raza, cultura, idioma y socio-economía? ¿Hasta dónde está dispuesto a ir usted? 4. Enseñando y predicando. Ir a las personas no traduce por sí solo en hacer discípulos. Hacerse e identificarse con una cultura muestran disposición e interés, pero todavía se queda corto de cambiar las conductas de las personas. Alcanzar a las personas con amor incondicional y proveer por sus necesidades no transforma vidas; requiere algo más poderoso, y ésa es la enseñanza y predicación del evangelio. Nuestro Señor Jesús usó la enseñanza y la predicación del evangelio como Su estrategia principal para transformar las vidas de los que Él quiso alcanzar. Predicó con autoridad. No diluyó Su mensaje o predicó lo que las personas querían oír. Más bien, predicó acerca de la necesidad de arrepentimiento y del nuevo nacimiento. Predicó con pasión y compasión. Predicó usando el idioma de las personas. Desafió a Sus seguidores para que vivieran una vida santa. Al público en general, enseñó sobre los elementos esenciales de Su reino. A unos selectos pocos, los instruyó con verdades más profundas de Su persona y de Su reino. También se nos dice que Cristo enseñó y alcanzó a muchas personas, pero que seleccionó a un grupo de setenta a quienes enseñó acerca de los elementos esenciales de Su reino y les ordenó a ir y predicar acerca de éste. Como sabemos, también escogió a un grupo de doce para un entrenamiento más riguroso. De ese grupo de doce seleccionó otro grupo de tres, que era parte del círculo íntimo de Jesús. A los tres se les dieron oportunidades especiales de ver lo que los otros nueve no vieron. Los tres fueron parte de momentos únicos de instrucción en los que Cristo les demostró que Él era en verdad quien Él decía que era. Con todo esto, Jesús quiso enseñarnos que nosotros tenemos que extender la mano con un propósito y que no podemos enseñar la misma cosa a todos. Debemos seleccionar a las personas para llevar a cabo niveles diferentes de actividades y funciones que exigen diferentes tipos de entrenamiento. Los cuatro evangelios describen a Jesús como Maestro que usó toda avenida posible para enseñar las buenas nuevas de salvación. Él dio Su enseñanza y predicación en el Templo, las sinagogas, en casas, en los montes, en una barca y en los valles abiertos. Si cada iglesia y creyente en Norteamérica siguieran Su ejemplo, el clima moral en esta parte del mundo mejoraría dramáticamente y nuestras iglesias crecerían espiritual y numéricamente. 5. Enviando. Poco antes de ascender al cielo, nuestro Señor dijo a Sus discípulos: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. (Mateo 28:19.20). La Gran Comisión está basada en la premisa de enviar y de ir. Cristo envió y los discípulos fueron. Él nos ordenó que fuéramos, y eso significa que usted y yo debemos considerar seriamente ir a nuestros vecindarios, nuestra ciudad, en nuestro país o en otro país. Nuestro trabajo como iglesia no está completo a menos que enviemos a los nuevos creyentes que alcancen a otros para Cristo. Debemos enviarlos dándoles la autoridad necesaria. Debemos darles el apoyo que ellos necesitan para llevar a cabo la misión. Debemos proporcionarles los recursos que les permitan hacer el trabajo. Recordemos que la Gran Comisión está igualmente sobre los hombros de cada creyente—pastor y laico. Oremos por un cambio en el modo de pensar de la Iglesia norteamericana. Necesitamos que nuestros pastores cambien de una mentalidad de mantenimiento a una de misión. Necesitamos que los laicos tengan una carga por los perdidos, sin tener en cuenta raza, idioma, nacionalidad o cultura. Conclusión Con todas las malas noticias sobre las guerras, el terrorismo, la declinación moral y la injusticia social, las personas quieren oír palabras de esperanza. Como cristianos, nosotros sabemos que Cristo es nuestra única esperanza. Pero sabiéndolo no es suficiente; debemos proclamar esta verdad a aquellos que están sin Dios, sin esperanza, sin consuelo. Debemos proclamar la realidad de la presencia de Cristo en nuestro medio. Concluiré preguntándole esto: ¿que sería su respuesta si su iglesia le pidiera que fuera a una misión en su propio vecindario o ciudad? ¿Iría usted? ¿Iría todavía usted si le dijeran que el vecindario es diferente de su grupo racial o económico? ¿Iría usted y compartiría con ellos parte de su tiempo, recursos y fe? Hagámoslo; vayamos. ACERCA DEL AUTOR El Reverendo Jorge Vásquez es plantador y pastor de la Iglesia Wesleyana El Buen Samaritano en Winston-Salem, Carolina del Norte. Él y su esposa, Loida, tienen cuatro hijos. Serie temática… Semana siete DECLARANDO EL PODER DE CRISTO Escrito por Blair Ritchey Texto – 2 Corintios 5:11-21 Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos, y espero que también lo sea a vuestras conciencias. No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. Si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros. El amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y él por todos murió, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación: Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros seamos justicia de Dios en él. El viejo granjero decidió finalmente que era tiempo para llevar a su familia a la gran ciudad. Cargaron al viejo camión y entre tumbos y retumbos llegaron al distrito de tiendas elegantes del centro de la ciudad. Entrando en un gran almacén, no podían creer sus ojos. Pronto, la madre estaba examinando lo último en artículos para el hogar. El papá y los muchachos, entretanto, se encontraron al otro lado de la tienda, embelesados ante un juego de puertas que seguían abriéndose y cerrándose. Había gente que pasaba por las puertas abiertas. Las puertas se cerraban. Un poco después, las puertas se abrían y salía otro poco de personas. Mientras miraban, notaron a una anciana encorvada, de pelo blanco entrando por las puertas abiertas que rápidamente se cerraron detrás de ella. Momentos después, las mismas puertas se abrieron y por ellas salió una preciosa joven rubia. Fenomenal —exclamó el hijo— ¿Qué clase de máquina es esa, papá? El papá se acarició la barba y contestó: —¡No lo sé, hijo, pero date prisa y trae a tu mamá! El pobre hombre pensó que había encontrado la más asombrosa máquina con el poder de la transformación personal. Todos nosotros desearíamos que fuera así de fácil, ¿no es cierto? Lamentablemente, era sólo un ascensor. Un ascensor le ayuda a cambiar de posición, pero usted sale de éste la misma persona que entró. Me pregunto si alguno de ustedes que entró aquí hoy espera salir una persona diferente. ¿Dónde podremos encontrar el poder capaz de producir una transformación real y verdadera de nuestras vidas hoy? La Escritura de hoy hace reclamos bastantes increíbles con respecto a todo este tema de la transformación de la vida. Abran sus Biblias y busquen conmigo en 2 Corintios 5:11.21. En esta serie, hemos estado “Declarando el nombre de Cristo” y hoy venimos al tema "Declarando el poder de Cristo.” Pablo indica aquí que este poder es un poder transformador. El versículo 17 dice: "Si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas." Cualquier tipo de transformación requiere que lo viejo se tiene que ir y algo nuevo debe tomar su lugar. El poder que transforma debe poseer el poder para quitar lo viejo y traer lo nuevo. Esto se complica aun más cuando se viene al cambio personal. Lo viejo se ha incrustado en nosotros. Nuestro pasado no puede deshacerse. Somos en lo que nos hemos convertido— el producto de todo lo que hemos hecho y todo lo que se nos ha hecho. Aunque a usted le gustaría mucho cambiar, y sin duda ha hecho múltiples esfuerzos para cambiar, ha aprendido simplemente lo difícil que es el cambio realmente. Lo viejo no se quiera ir y lo nuevo siempre parece fuera de su alcance. ¡De hecho, el poder para transformar debe ser un poder muy poderoso! No obstante, esto es precisamente lo que Pablo reclama: el poder de Cristo puede provocar una transformación real y verdadera. Hay tres dimensiones de ese poder que puede encontrarse aquí en 2 Corintios 5. El poder de Cristo de perdón completo. La transformación real debe tratar con la realidad del pecado y los efectos de ese pecado en nuestras vidas. Esto es lo "viejo" que tiene que irse. No hay marcha adelante hacia lo "nuevo" hasta que experimentemos el perdón de lo "viejo." Ese perdón debe ser cabal, completo. ¿El escritor del viejo himno pregunta? "¿Qué me pude dar perdón? ¿Qué me puede hacer completamente nuevo?" Ninguno de nosotros comprende totalmente cuán doloroso es nuestro pecado, sobre todo mientras lo estamos cometiéndolo. La agonía es que una vez cometido, no se puede anular. De hecho, la mayoría de las veces, el pecado adquiere tal agarre en nuestras vidas que no podemos dejar de cometerlo. Sin embargo, la consecuencia más dolorosa de nuestro pecado no es que terminamos sintiendo los daños morales que causa finalmente. La consecuencia más dolorosa de nuestro pecado es que nos separa de Dios y de las cosas buenas de Dios. No hay nada que podemos hacer de nuestra parte para acabar esta separación. Lo viejo se pone más viejo, pero al parecer no podemos escapar de su agarre en nuestras almas. Declaramos el nombre de Cristo hoy porque Cristo ha hecho algo acerca de lo que nosotros no pudimos hacer. Dios en Su gracia, como dice versículo 19: " reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados ". Es importante que usted entienda lo que el poder de Cristo hizo para usted en este respecto. Según versículo 21," Al que no conoció pecado "—ese sería Jesús que vivió la vida perfecta que ninguno de nosotros pudo vivir— “por nosotros lo hizo pecado." Nosotros enfocamos en la cruz de Cristo porque la muerte que Él padeció allí está ligada con nuestro pecado. Pablo dice en el versículo 14 que “si uno murió por todos, luego todos murieron." Romanos 6:23 dice que hay una "paga de muerte” por nuestro pecado. La muerte de Jesús en una cruz posee tal poder porque esa "paga de muerte” — mediante el sacrificio del hijo de Dios —provee una limpieza para el pecado del mundo. Eso incluye todo pecado que usted ha cometido y todo pecado que ha sido cometido contra usted. Hay un poder único en la cruz de Cristo que puede provocar el perdón completo que usted anhela. Había un a vez un muchachito visitando a sus abuelos en su granja. El abuelo le dio un tirador de goma para jugar en el bosque. Él practicó y practicó, pero nunca pudo dar en el blanco. Un poco desanimado, decidió volver a casa para la cena. Mientras caminaba de regreso, vio el pato mascota de la abuela. Sin premeditarlo, impulsivamente estiró el tirador de goma, dejó volar la carga y pegó al pato justamente en la cabeza y lo mató. El muchachito se puso muy asustado y afligido. ¡En una reacción de pánico, escondió el pato muerto en la estiba de leña, sólo para ver a su hermana parada frente a él! Sally, lo había visto todo, pero no dijo nada. Después del almuerzo, al día siguiente, la abuela dijo: —Sally, lavemos los platos. Pero Sally dijo: —Abuela, Juanito me dijo que él quería ayudar en la cocina. Entonces ella le susurró a Juanito: “Recuerda el pato.” Así que Juanito fregó los platos. Después, ese día, el abuelo preguntó si los niños querían ir de pesca. Pero la abuela dijo: —Lo siento, necesito que Sally me ayude a hacer la cena. Sally sólo sonrió y dijo: —Está bien, porque Juanito me dijo que él quería ayudar Ella susurró de nuevo: “Recuerda el pato.” Así que Sally fue a pescar mientras Juanito se quedaba para ayudar. Esto pasó durante varios días. Juanito hacía sus quehaceres y los de Sally. Finalmente, no pudo resistirlo más. Vino a la Abuela y confesó que él había matado al pato. La abuela se arrodilló frente a él, le dio un abrazo y le dijo: —Lo sé, querido. Verás, yo estaba parada junto a la ventana y vi todo lo que pasó. Pero, porque te amo, te perdoné de inmediato. Sólo estaba preguntándome cuánto tiempo permitirías que Sally te hiciera su esclavo. El pecado y el maligno que tienta a hacerlo, hacen esclavos de los pecadores. Y seguiremos siendo esclavos hasta que seamos liberados por el perdón completo. El poder de Cristo es el poder para lavar nuestro pecado y hacernos limpios de nuevo. ¡Lo viejo se puede ir! 2. El poder de Cristo de una nueva criatura. El poder de Cristo va más allá del poder del perdón. Hasta que lo viejo sea reemplazado por lo nuevo nuestra transformación no está completa. Hay dos declaraciones muy significantes que dicen "en Cristo" en este pasaje. En el versículo 17 Pablo dice: ". . . Si alguno está en Cristo, nueva criatura es.” La palabra para "criatura" es la misma que se usa para describir el poder de Dios que creó el universo de la nada. El evento culminante de esa creación fue la formación de la humanidad a imagen de Dios. Lamentablemente, la triste historia de la humanidad es que la cabeza de nuestra raza escogió desobedecer a Dios. Usted puede ser testigo del resto de esa historia de una raza caída en las noticias de la noche. Pero con la venida de Jesucristo, el poder creativo de Dios volvió a nuestro mundo. Ese poder creador de Cristo se enfoca en formar una nueva raza de humanidad redimida. El poder de Cristo no sólo puede sacar lo viejo; puede traer lo nuevo. La segunda declaración "en Cristo" se encuentra en el versículo 21. Aquí Pablo dice que el propósito de la obra de Cristo en la cruz es "para que nosotros seamos justicia de Dios en él." El solo pensamiento de personas como usted y yo volviéndose “la justicia de Dios" puede parecernos inconcebible. Quizás usted sabe lo que es estar enamorado de su propia justicia. Parece ser la maldición de las personas religiosas que en el “hacer” de su religión, quedan enamorados de sus propios logros. Pero escuche lo que dice alguien más religioso de lo que usted y yo pudiésemos llegar a ser sobre su propia justicia comparada con la justicia de Dios encontrada en Cristo. Pablo escribe esto en Filipenses 3:4.9: Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que se basa en la Ley, irreprochable. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él lo he perdido todo y lo tengo por basura, para ganar a Cristo y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que se basa en la Ley, sino la que se adquiere por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios y se basa en la fe. La justicia de Dios hace de nuestra propia justicia, como dijo el profeta del Antiguo Testamento, ¡como trapos inmundos! Lamentablemente, la mayoría de nosotros se ha vuelto tan familiarizado con lo viejo que lo nuevo parece casi inconcebible. Que la justicia de Dios pueda llegar a ser la nuestra propia parece demasiado bueno para ser verdad. Así sería si no fuera por el poder de Cristo. El poder de Cristo nos puede rehacer con Su justicia perfecta. Su destino no es la vida vieja de pecado y egoísmo. Su destino es la nueva vida de la justicia perfecta de Dios. El poder para realizar su destino es el mismo poder que levantó a Jesucristo de entre los muertos. La resurrección de Jesús permanece en la historia como una manifestación innegable del poder de Dios. Su victoria sobre el pecado y la muerte se vuelve suya cuando usted se vuelve parte de esa nueva creación. 3. El poder de Cristo del amor que constriñe. Nuestra comprensión del poder de Cristo está incompleto hasta que logremos verlo como el poder del amor. Su muerte y resurrección fueron actos de amor. Como Dios, Su mismo ser es uno de amor. Su poder es el poder del amor. Ese amor es un amor que constriñe. Así como el amor de Cristo lo impuso al lugar de servicio con sacrificio, así también el amor de Cristo nos compele a los lugares de servicio con sacrificio. Pablo dice en el versículo 14: “El amor de Cristo nos constriñe. ..” Esta relación de amor con Dios que provoca nuestra propia reconciliación inevitablemente nos mueve a compartir el ministerio y el mensaje de la reconciliación con otros. Es en este poder del amor que somos embajadores de Cristo. Nos convertimos en Sus manos, Sus pies, Su voz. Cuando nuestros corazones están vivos con el amor de Cristo, encontramos el poder de ese amor que constriñe acercándonos a un nuevo llamamiento. El amor nos compele a hacernos agentes activos de la reconciliación en un mundo quebrantado. Si usted es como yo, probablemente leyó estas intrépidas declaraciones sobre el poder de Cristo con un poco de escepticismo. A veces parece que estamos atrapados entre lo viejo y lo nuevo. Queremos que lo viejo se vaya, pero no se va. Queremos que venga lo nuevo, pero parece la esperanza de una, futuro muy distante. Una vez preguntaron a un hombre: —Señor, ¿es usted cristiano? Él se quedó pensativo por unos momentos y entonces contestó: —Sí, por partes. La triste verdad acera de la mayoría de nosotros es que nuestra experiencia cristiana es sólo parcial en el mejor de los casos. Pero la Biblia inexorablemente declara que no tiene que ser así. Pablo no dice que usted será una nueva criatura. Él dice que usted es una nueva criatura. Entonces, ¿por qué esa actuación irregular por aquellos que se llaman cristianos? ¿Hay algo malo con el poder de Cristo para hacernos en esta nueva criatura? Para terminar voy a sugerir tres “Puntos de Poder” muy prácticos: EL PODER DE LA FE ENFOCADA En un sentido muy real nosotros estamos viviendo en un mundo atrapado entre lo viejo y lo nuevo. Parece, sin embargo, que muchos cristianos se esfuerzan por aferrarse a lo viejo que un día se habrá ido completamente, en lugar de enfocarse en lo nuevo que ya ha venido. La Biblia declara claramente que el poder de una nueva criatura ya ha entrado en el mundo. El poder de lo nuevo está inmediatamente disponible en el aquí y el ahora. Somos llamados para creer que esto es así y para demostrar esa creencia con una rendición completa de nuestras vidas al poder de Cristo. EL PODER DE LA RENDICIÓN ¿Por qué es tan importante la rendición? No se puede experimentar lo nuevo mientras se siga aferrado a lo viejo. No se puede alcanzar el poder total de Cristo con un compromiso a medias. No se puede seguir a un momento de rendición a lo nuevo con un estilo de vida diario todavía controlado por lo viejo. La rendición no es un trato momentáneo; es un trato de momento a momento. EL PODER DE LA SINERGIA DIARIA La senda del Nuevo Testamento a la transformación personal involucra una sinergia entre el poder de Cristo y su participación en ese poder. El poder para transformar es Cristo. Hay una parte que Dios hace en la transformación sin la cual no hay ninguna transformación. Pero hay también una parte que le toca a usted. Cristo proporciona el poder de la gracia. A usted se le ordena “creced en la gracia y conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Pedro 3:18). El crecimiento involucra un proceso de aprendizaje. La transformación que usted anhela requiere su participación. Usted no es pasivo en el proceso. Hay una parte que le toca hacer a usted. Es a través de las disciplinas diarias de crecimiento espiritual que usted gana el acceso al poder que lo puede transformar. Pasó durante una noche familiar. Todos nos reunimos alrededor de la mesa de la cocina para jugar juegos de mesa. La luz se fue de repente. Algunos empezaron a tirar de los interruptores sin ningún efecto. Así que se apagaron los interruptores y se sacaron las velas. El juego continuó nada más que con mucha más dificultad en el ahora débilmente iluminado cuarto. Pasaron varias horas y finalmente alguien se asomó por la ventana y notó que las luces del vecino estaban encendidas. Un leve tirón del interruptor y la luz llenó de nuevo la casa. El suministro eléctrico había sido restaurado hacía horas pero el interruptor estaba apagado. ¡Es una parábola de nuestra propia experiencia cristiana! Nos complicamos la vida con las velas de nuestros propios e irregulares esfuerzos, aunque tenemos acceso al poder del amor de Cristo. Hoy declaramos el poder de Cristo. ¡Hoy nosotros decimos: " ¡Es hora de activar el poder!" ACERCA DEL AUTOR El Reverendo Dr. Blair Ritchey es pastor mayor de Collin Creek Community Church, una congregación que él plantó hace 19 años. También sirve como Superintendente del Distrito de Texas-Louisiana de La Iglesia Wesleyana. Blair y su esposa, Jeannine, viven en Plano, Texas.  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