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Pero el nuevo pastor cambió la música y el estilo del culto y dijo que a cualquiera que no le gustara tendría que aceptarlo. Supongo que todo ese sacrificio para que él pudiera tener un lugar para predicar no significa nada. Si el pastor no nos necesita, entonces supongo que tampoco nosotros no necesitamos la Iglesia.” Las personas privadas de sus derechos se preguntan si vale la pena creer en la Iglesia. “Yo probé esa cosa de la iglesia hace un rato,” dijo un monopatinador joven a un amigo. “Pero las personas echaron una mirada a mis tatuajes y perforaciones y actuaron como si yo no existiera. Me gustó la función, pero detesto que la gente que me juzgue con sus ojos. żPor qué debo ir de nuevo?” Las personas defraudadas se preguntan si vale la pena creer en la Iglesia. Los medios de comunicación de hoy pintan cuadros de la Iglesia con vergüenza y sospecha debido a las fechorías de unos cuantos lobos en piel de oveja. Un reportero de la televisión obtuvo una respuesta sorprendente mientras entrevistaba a un hombre que fue molestado cuando era un nińo por el sacerdote de la parroquia. “Yo no creo en la Iglesia,” dijo el hombre amargamente al periodista. “Mi fe está en el fiscal y la policía y los tribunales para mi salvación.” Las personas desilusionadas dudan si vale la pena creer en la Iglesia. El crítico de drama americano y ensayista Brooks Atkinson era escéptico acerca de la necesidad de la religión organizada. “Yo no tengo ninguna objeción a las iglesias entretanto no interfieran con el trabajo de Dios,” dijo él una vez. Las personas descreyentes debaten si vale la pena creer en la Iglesia. “El problema no es la hostilidad hacia la iglesia,” declaró William Barclay, “es la indiferencia. Para muchos la Iglesia es absolutamente no pertinente; no vale la pena criticarla siquiera, es simplemente para no ser tomada en cuenta.” Las personas desinteresadas ni siquiera preguntan si vale la pena creer en la Iglesia. Para algunos es difícil creer en la Iglesia porque tienen problemas con la autoridad. Otros son absolutamente sospechosos de las instituciones. Algunos rechazan la Iglesia porque exigen un grado de perfección de otros que ellos nunca se impondrían a sí mismos. Algunos han sido espiritualmente heridos. Muchos más están simplemente demasiado consumidos con los asuntos diarios para prestar alguna atención a asuntos del alma. Cualquiera la razón para las vacilaciones de las personas, éstos son de hecho días problemáticos para la Iglesia. Son días de escándalo, escrutinio, escepticismo y burla. Son días de distracciones, deserciones, divisiones y decisiones. Son días de desafíos, cargos, cambios y opciones. Son días de choques de culturas, guerras de culto, amnesia histórica y anemia espiritual. Algunas de estas crisis son causadas por la misma Iglesia. Otras se deben a factores totalmente fuera de su control. Aún así, los días de problemas también pueden verse como días de promesa: Éstos son días de timidez, quebrantamiento, vacío e indigencia que hacen a muchas personas espiritualmente reflexivas. Éstos son días de sońar, anhelar, buscar y esperar que hace a muchas personas más espiritualmente receptivas. Éstos son días de franqueza, opciones, optimismo y oportunidad que hacen a muchas personas espiritualmente sensibles. Entonces— żqué tipo de Iglesia debe ser para que valga la pena creer en ella? La carta a los Efesios en el Nuevo Testamento proporciona algunas pistas. Según el Apóstol Pablo, Vale la pena creer en un Iglesia que desafía el infierno (Efesios 1:18–23; 2:1–2, 6–7). El infierno está interesado en la Iglesia, aun cuando algunas personas no. Eso es porque la Iglesia es la mayor amenaza para el infierno. Pablo hizo una declaración asombrosa en Efesios 1:18-21. Él declaró que la supereminente grandeza del poder de Dios, resucitó a Cristo de los muertos " sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y seńorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también el venidero.” No sólo ha sido el infierno eclipsado ahora por el seńorío de Cristo, también ha sido humillado por Él, porque según los versículos 22 y 23, Dios "sometió todas las cosas”—que incluye el infierno—“bajo sus pies y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo. . . .” żLa línea de fondo? ĄSatanás está perdiendo su agarre! Efesios 2:2 nos recuerda acerca de un pasado cuando todos estábamos bajo el dominio del “príncipe de la potestad del aire”—uno de los nombres de Pablo para el diablo. En otras palabras, Satanás podía controlarnos y usarnos. A través de la Biblia, se le describe como un engańador, un mentiroso, un león rugiente que busca devorar las almas. Se obtiene la palabra “diabólico” de la palabra griega—diábolos. Es una palabra que identifica a Satanás como un acusador siniestro y divisor. Intenta sembrar duda y disensión por todas partes porque “dividir para conquistar” es su estrategia más eficaz para controlar a las personas. Causando división, Satanás puede batallar contra grupos o individuos debilitados y derrotarlos con efectividad innegable. Confiadamente, sin embargo, la Biblia dice, “Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (1a Juan 3:8). żCómo? Usando la Iglesia para acabar con el poder de Satanás de dividir y conquistar. ĄSabe qué! Así como Dios levantó a Jesús y le dio autoridad suprema, Él ha hecho lo mismo para nosotros. Escuche a Pablo en Efesios 2:6—“Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús. . . ” (énfasis agregado). Las puertas del infierno no pueden prevalecer contra la Iglesia porque el poder todopoderoso, creador de vida, aplastador del pecado, desafiador del infierno del mismo Dios está operando a través de ella. La Iglesia asciende a pesar de lo peor que el infierno le lanza. Incluso cuando la debilidad humana y el mal juicio de algunos de sus representantes causan problemas y dolor para la Iglesia, el infierno no ha ganado. Las palabras de Horace Bushnell de hace 150 ańos todavía son ciertas—“La persecución no ha aplastado a la iglesia; el poder no lo ha derrotada; el tiempo no ha rebajado sus fuerzas; y lo que es más maravilloso de todo, los abusos de sus amigos no han sacudido su estabilidad.” El infierno intentó una vez derrotar a la Iglesia, pero perdió cuando Jesús salió de su tumba. La Iglesia desafía el infierno y el infierno la odia y la teme porque nunca puede derrotar el cuerpo de Cristo. Esa es una Iglesia en la que vale la pena creer. Así también una Iglesia que hace a santos de pecadores. Vale la pena creer en una Iglesia que fortifica la bondad (Efesios 2:10). Algunos detractores cerrarían todas las iglesias por no hacer su trabajo porque todavía hay pecado en el mundo. żDetendrían ellos también la investigación médica porque todavía hay enfermedades? żCerrarían ellos todas las universidades porque algunas personas todavía hacen cosas ignorantes o tontas? żSe librarían ellos de todos los semáforos porque algunas personas piensan que la luz verde significa ir rápidamente, la amarilla ir más rápidamente, y la roja nada en absoluto? Con creciente fervor, muchos políticos, magnates de los medios de comunicación, académicos y elitistas en nuestra sociedad están en una campańa para marginar a las personas de la iglesia. Su meta es empujar la religión al borde distante de la vida pública y negarle una voz en los debates nacionales. La fe es tratada como un vestigio curioso de días menos ilustrados. Mientras que "la tolerancia” y “la aceptación” se aclaman como la cima de los valores sociales, los mismos evangelistas de la no-discriminación usan el grito de guerra de “separación de iglesia y estado” como un arma sutil para minar la influencia de los cristianos. A los creyentes evangélicos, bíblicos se les marca y se les difama y se les aglomera como “extremistas religiosos” o “fundamentalistas derechistas.” Hay un viejo refrán que dice que la Iglesia tiene muchos críticos pero ningún rival. Tan merecedora de la crítica como puede ser a veces—tan defectuosa por los fracasos humanos que es verdaderamente—todavía no hay fuerza en la tierra que haga tanto bien como la Iglesia. Según el escritor Neil Strait, “La Iglesia es una fuerza para bien en un mundo bombardeado por el mal. Es una fuerza para el amor en un mundo enterrado por el odio. Es una fuerza para paz en un mundo desgarrado por la violencia.” La importancia y el significado de la Iglesia no son determinados por los prejuicios de Hollywood, Washington, Madison Avenue, el Mundo de Disney, Wall Street o la universidad en la esquina. La Iglesia es significante porque Dios le ha hecho un compás moral y ético para guiar al mundo a través de aguas tormentosas. El Apóstol Pablo lo dijo de esta manera en Efesios 2:10, “. . . somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” Históricamente, fue la Iglesia que estuvo en la vanguardia de la abolición de la esclavitud, el tratamiento correcto del enfermo mental, el cuidado de los ancianos, el fin del trabajo infantil, la lucha de los derechos civiles y la igualdad de las mujeres. żDe dónde piensa usted que vino la idea y el primer apoyo para las escuelas públicas, los hospitales, los hogares para ancianos, orfanatos, universidades y agencias de socorro? Tiene razón si pensó la Iglesia. La Iglesia de Jesucristo mantiene la motivación, la maquinaria y la mano de obra para los logros más duraderos, compasivos y generosos del género humano. Jay Kessler, canciller de la Universidad de Taylor, tenía razón cuando dijo: “Si uno pudiera poner una jeringa en el mundo y sacarle toda la influencia de ética y moralidad y misericordia cristianas, el mundo implotaría”—derrumbándose de su propio vacío moral. Gracias a Dios por una Iglesia que fortifica la bondad haciendo santos de pecadores. Vale la pena creer en un Iglesia que unifica a las personas (Efesios 2:11–13). Para todos nosotros, una relación rota con Dios es la raíz de nuestros peores problemas. Pablo dijo: “. . . Acordaos de que. . . estabais sin Cristo, alejados. . . ajenos. . . sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2:12). Pecado por pecado, con nuestras propias manos, todos hemos construido las barreras para dejar fuera a Dios de nuestra mente y fuera del paso para seguir nuestros propios deseos. La imagen bíblica es poderosa, sin embargo. Nos muestra cuán intolerable es esta separación para Dios: “Pero ahora en Cristo Jesús,” la Biblia dice, “vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hecho cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:13). Dios no quiere que permanezcamos solos y sin esperanza. Un Iglesia en la que vale la pena creer hace la unificación de las personas con Dios su misión primaria. Este tipo de Iglesia también une entre si a las personas. Pablo apuntó al conflicto cardinal de nosotros” contra “ellos” refiriéndose a los cristianos de Éfeso como “vosotros, los gentiles” y a los judíos como “la llamada circuncisión” (2:11). Los hombres judíos llevaban en su cuerpo una marca de distinción que los separaba de todas las otras personas. Los marcaba como el pueblo escogido de Dios. Muchos equivocaron su condición judía como una seńal de privilegio y exclusividad, en lugar de responsabilidad misionera que Dios intento que sintieran. El resultado fue odio y separación entre los judíos y los no judíos/gentiles. Entonces vino Jesús. . . un hombre judío que también llevó la marca de Dios en su cuerpo, sin embargo, tendió sus manos hasta el otro lado de la división racial y cultural erigida por el orgullo humano para reconciliarnos con Dios y reunirnos como hermanos y hermanas en su propia familia adoptiva. Doy gracias por una Iglesia que unifica a las personas ayudándolos a amarse eternamente con Dios y entre sí. Ningún otro grupo cumple el deseo humano de pertenecer mejor que la Iglesia. Piense en ella como una familia extendida, con los mejores padres y abuelos, tías y tíos, hermanos y hermanas y primos que uno podría esperar en la vida. Cuándo la vida se desintegra y este despiadado mundo lo tira con la basura żadónde puede ir una persona en busca de perdón y ayuda para empezar de nuevo? La respuesta es “Va a la Iglesia.” Va a aquéllos que extenderán la mano desinteresadamente en el nombre de Jesús y simplemente dirán, “Todos nosotros también hemos hecho desarreglos. Venga. Nosotros lo amaremos. Lo ayudaremos.” La Iglesia es una familia que acepta a las personas que han estropeado sus vidas—así como las que han tenido éxito. C.S. Lewis tiene una interesante opinión sobre el infierno. Él describe el infierno como aislamiento. Es la última separación de las personas entre sí conforme se vuelven más ensimismados y desinteresados en otros. Si el infierno es aislamiento, la reunión de las personas en Cristo es la última estrategia por despoblar y destruir el infierno. La gente tiene todo tipo de agendas para sus iglesias locales. Algunos piensan que su congregación debe consagrarse exclusivamente a rescatar a los pobres o indigentes. Otros dicen que el trabajo principal de la iglesia debe ser desarrollar la influencia política para acabar con el aborto y prevenir la eutanasia. Hay quienes abogan por hacer las prioridades principales de su iglesia una guardería o a una escuela o a un hogar de ancianos o un Bingo. Ahora, todas éstas pueden ser actividades que valgan la pena (Ąsalvo la idea patrocinada por la iglesia de jugar por dinero!). Pero éstas no son lo que la Iglesia realmente es. La Iglesia ayuda a las personas en necesidad de recuperación de adicciones, pero no se trata sólo de recuperación. La Iglesia es sensible hacia los asuntos de compasión, pero no es sólo de benevolencia y ministerio social. La Iglesia se preocupa por la educación y la responsabilidad cívica, pero no es sólo de estas cosas. La Iglesia está para unir a las personas en Cristo. William Temple, antiguo Arzobispo de Canterbury y líder de la Iglesia de Inglaterra, insistió que “La iglesia existe para aquéllos fuera de ella.” Un Iglesia en la que vale la pena creer constantemente hace más y mejores discípulos para Jesucristo—unificándonos con Dios y entre sí. Vale la pena creer en un Iglesia que magnifica a Cristo (Efesios 2:14–18). William E. Orchard casi habló proféticamente acerca de nuestros días cuando dijo hace 70 u 80 ańos: “pudiera necesitarse una Iglesia crucificada para presentar a un Cristo crucificado ante los ojos del mundo.” Los titulares de hoy son como clavos metidos en las manos y pies de la Iglesia. Son los recordatorios dolorosos que, para que el mundo vea a Jesús más claramente, el pueblo de Dios debe unirse a él en sus sufrimientos. Cristo es nuestro ejemplo de todo a lo que la Iglesia necesita volverse. Piense acerca de cómo Pablo lo exalta en Efesios 2:14-18. Nos dijo en primer lugar que Jesús es un derribador de barreras. En Efesios 2:14, Pablo mencionó que él “derribó la pared intermedia de separación” entre judíos y gentiles. Se refería a la pantalla de mármol en el Templo judío antiguo en Jerusalén que segregaba el patio de los gentiles del resto de ese lugar santo. Los rótulos montados visiblemente arriba de cada puerta gritaban a cada no-judío que se quedara fuera del santuario interno o exponerse a la muerte si era sorprendido entrando. Esta pared marcaba la línea alrededor del lugar de adoración más santo del mundo con el solo propósito de alejar a las personas, en vez de invitarlas a entrar. ĄPero Jesús tenía un plan mejor! Él soportó la violencia del castigo de muerte por el pecado para hacer una declaración eterna sobre cuán lejos está dispuesto a ir para aceptar a todos los que queremos su amor. Su cruz se volvió un ariete que derribó la pared de hostilidad del pecado de división entre nosotros y Dios, y de nosotros y unos de otros. Jesús es un rompedor de barreras. Jesús es un portador de cargas, también. Una frase reveladora en Efesios 2:15 dice que Cristo abolió “en su carne… la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas.” Los judíos en los días de Pablo estaban orgullosos de sus rituales y sus leyes. Hasta las llamaban “las leyes de Dios,” pero Jesús los expuso en Lucas 11:46 como cargas imposibles de llevar. Los judíos decían que la salvación era sólo para aquéllos que la ganaban guardando su ley. Jesús, sin embargo, sabía que nadie en la vida había podido guardar la ley entera, porque su propósito real era enseńar a las personas que necesitaban un Salvador. “Escudrińad las Escrituras; ” declaró Él, “porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida.” (Juan 5:39–40). Pablo informó a los cristianos de Galacia: “. . . la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe” (3:24). Jesús llevó la carga de la ley y sufrió en nombre de otros el castigo de la muerte violenta que prescribía para aquéllos que la quebrantaban, para que nosotros pudiéramos librarnos de sus demandas imposibles y de su maldición. Llevando esta carga de vivir la única vida que jamás satisfizo las normas de Dios totalmente, Él abrió una puerta de amistad con Dios para nosotros y al mismo tiempo quitó la distancia entre el judío y el gentil haciéndose la esperanza de vida para ambos. Pablo también exaltó a Jesús como creador del cuerpo. Su propósito,” Pablo declaró en Efesios 2:15–16, era “crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.” Jesús juntó al judío y al gentil en un nuevo cuerpo y lo llamó su Iglesia. Imagínese teniendo un trasplante de corazón. Parte de otra persona es ahora parte de usted. Jesús vino y unió a judíos y gentiles en su cuerpo. Este nuevo cuerpo Él llamó la Iglesia. No se puede amar a Jesús y despreciar su Iglesia. No se puede ser un creyente y rechazar su cuerpo. No se puede rendir culto a Dios y ultrajar a su pueblo. Cristo y sus seguidores son uno—por medio de Él nos reconciliamos con Dios y uno con otro. Vale la pena creer en una Iglesia que magnifica a Cristo. Y finalmente… Vale la pena creer en una Iglesia que dignifica a la humanidad (Efesios 2:21–22). Pablo se maravilló en Efesios 2:22 que la Iglesia es “una morada en la que Dios vive por su Espíritu Santo.” Un observador llamado Charles Heimsath una vez se le ocurrió que “El principal problema con la Iglesia es que usted y yo estamos en ella.” Otro chistoso dijo, “Si alguna vez encuentra la iglesia perfecta, no lo malogre uniéndose a ella.” Se pensaría que el Creador del universo tendría un gusto más que discriminador que hacer a personas como nosotros parte de su Iglesia. Todavía, sigue siendo verdad que la Iglesia es y siempre será sólo gente— personas imperfectas, dańadas por el pecado que vienen esperando la salvación y de repente se ven levantados por la mano de Dios para ser algo bello y santo. La Iglesia es verdaderamente la única organización en el mundo en la que se reserva su membresía para aquéllos que no la merecen. El cantante en el Salmo 8 pregunta a Dios en el verso 4 de esa canción, “żQué es el hombre para que tengas de él memoria?” Con asombro santo el salmista escribió: “Le has hecho poco menor que los ángeles.” Trágicamente, sin embargo, nosotros vivimos en una generación que no piensa en la gente como hechos un poco menor que los ángeles. Piensa de ellos como hechos un poco superior que los animales—un simple accidente evolutivo. El valor de una persona, según esta perspectiva barata de la humanidad, depende solamente de su productividad para la sociedad. Una persona sólo es valiosa con tal que él o ella tengan algo que contribuir a la preservación de las especies. La Iglesia, por otro lado, reclama audazmente que usted y yo somos increíblemente valiosos para Dios. Jesús habló acerca de una oveja perdida lo suficientemente importante para buscar, aun cuando signifique dejar 99 otras en el aprisco. Él habló de ángeles en cielo regocijándose cuando un pecador se arrepiente. Habló acerca de Dios que nota la muerte de pequeńos gorriones y dijo: “No temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos” (Mateo 10:29–31). Los derechos humanos no son la invención de los políticos; son un regalo de nuestro Creador, incluido en el valor de cada alma humana. Usted y yo somos las piedras vivas—unidas con el cemento del amor de Dios subiendo en alto al cielo como el templo en el que Él se alegra de vivir. En efecto, Él nos llama santos—gente separada exclusivamente para sus propósitos y placer. La Iglesia es sólo gente—gente a través de la cual Cristo misteriosamente, pero maravillosamente, hace su voluntad en la tierra. El pastor Arthur DeKruyter preguntó una vez: "żDónde está la iglesia a las 11:25 el lunes por la mańana?” Entonces, en contestación a su propia pregunta, dijo: “En el consultorio del dentista. En salón de ventas automovilísticas y taller de reparaciones, y afuera en el camión. Está en el hospital, en el aula, y en la casa. Está en las oficinas, de seguros, de abogados, de bienes raíces, cualquier cosa que sea. Allí es donde la iglesia está, dondequiera que el pueblo de Dios está. Están haciendo lo que tienen que hacer. Están honrando a Dios, no sólo mientras rinden culto en un edificio, pero allí fuera.” Vale la pena creer en una Iglesia que dignifica a la humanidad. Nos hace creer que somos de tremendo valor y que juntos podemos volvernos algo eternamente grande de verdad. Hace trece siglos, San Bonifacio, un misionero cristiano a los jefes guerreros y tribus de Alemania occidental, escribió: “En su viaje por el océano de este mundo, la iglesia es como una gran nave golpeada por las olas de las diferentes tensiones de la vida. Nuestro deber no es abandonarla sino mantenerla en su curso.” żVale la pena creer en la Iglesia? El famoso erudito inglés C.S. Lewis testificó: Cuando me convertí a Cristo. . . pensé que lo podía hacer solo, retirándome a mis habitaciones para leer teología, y no iría a las iglesias y salones evangelísticos. . . . Detestaba sus himnos, que consideraba ser mediocres poemas puestos a música más mediocre. Pero cuando seguí adelante, vi el gran mérito que tienen. Me enfrenté a personas diferentes de perspectivas bastante diferentes y educación diferente, y entonces gradualmente mi presunción empezó a caérseme. Comprendí que los himnos (qué eran sólo música mediocre) eran, no obstante, cantados con devoción y beneficio por un santo viejo con botas de hule en el banco opuesto, y entonces uno comprende que no es apto para limpiar esas botas. La próxima vez que usted se pregunte si vale la pena creer en la Iglesia, asegúrese de aclarar qué tipo de Iglesia usted quiere decir. Vale la pena creer en un Iglesia que desafía el infierno; fortifica la bondad en nuestro mundo; unifica a las personas dolidas por relaciones fracturadas; magnifica a nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo; y dignifica a todos los que están dispuestos a participar del plan y propósito santos de Dios. El Dr. Jerry Pence es Director General de Evangelización y Crecimiento de la Iglesia para su denominación, habiendo servido también como pastor y superintendente del distrito. Él y su esposa, Calene, viven en Indianápolis, Indiana, EUA, cerca de sus dos hijos adultos, Kris y Kory. Firmes en la fe –– Recursos de sermones  PAGE 4 #LM_a}‘ é  ] /vbŠ–í9<á:ßŕßăE#F#‘#ş/Ä/C0D0”0%A&ArAsAjC’GľGôĺÓÄĺźĺźŽŸŽŸŽŸŽŸŽŸŽ‘Ž‚ŽŸŽsŽŸŽź‚ŽŸŽź‚Žź‚ŽoŽŸh@t=h@t=CJH*OJQJmH sH h@t=5CJOJQJmH sH h> _CJOJQJmH sH h@t=6CJOJQJmH sH h@t=CJOJQJmH sH h@t=mH sH h> _5CJOJQJmH sH #h@t=569CJHOJQJmH sH h@t=5CJOJQJmH sH h@t=5CJOJQJ+#L_`a}~›ę ^ wŞî EéééĐ˝ťśťťŞŞŞŞŞŞŞ–$ & F Ćh8„8^„8a$gd> _ $„Đ`„Đa$gd> _$a$$d &d NĆ˙ PĆ˙ $dđ$d &d NĆ˙ PĆ˙ a$$$d &d NĆ˙ PĆ˙ a$ eBeţţE‡şŐLş1áâ:ĹDh k" #F#G#‘#’#r%ëëëßËËËßßĂťťťťťťťĂĂťß$a$gd> _$a$gd> _$ & F Ćh8„8^„8a$gd> _ $„Đ`„Đa$gd> _$ & F Ćh8„8^„8a$gd> _r%„(ˇ+|,D0E0”0•0×3ç7Á:<Ö?&A'ArAsAjCľGśGsM„PÍPÎP Q!QóóóóëëăóóóóóóëëóŰóóóóóëëó$a$gd> _$a$gd> _$a$gd> _ $„Đ`„Đa$gd> _ľGśGßGŠM§MËPÍP QîcďcňcĂdĎdĐdŢd e e e4e5e6ee?e@eňăňăňŰĚňŰň˝Ž˝Ž˝ňŁ’€nZnEn€(h@t=0J5CJOJQJmHnHsH u'h> _h@t=0J5CJOJQJmH sH "jh@t=0J5CJOJQJU#h> _h@t=5CJOJQJmH sH  h@t=56CJOJQJmH sH h@t=5CJOJQJh> _CJOJQJhmH sH h@t=CJOJQJhmH sH h@t=5CJOJQJmH sH h@t=mH sH h@t=6CJOJQJmH sH h@t=CJOJQJmH sH !QQoTWOZ5]ă]%_x_8bďcđcńcňc e@eAeBeCeóóóóóóóóăóóÝÝš¨ŚŚš Ć Ŕ!Đ(#€$d NĆ˙ #$d %d &d 'd NĆ˙ OĆ˙ PĆ˙ QĆ˙ „Đ`„Đ$„@„Đ]„@^„Đa$gd> _ $„Đ`„Đa$gd> _@eBeCeüîh@t=CJOJQJmH sH h@t= °Đ/ °ŕ=!°€"°€# $€%°°@œ8@ń˙8 Normal_HmH sH tH 8@8 Heading 1$@&CJ$D@D Heading 2$@& Ć€>*CJ>@> Heading 3$dŕ@&CJDA@ň˙ĄD Default Paragraph FontVi@ó˙łV  Table Normal :V ö4Ö4Ö laö (k@ô˙Á(No List HC@ňH Body Text Indent „Đ`„ĐCJ4/@4 List„h„˜ţ^„h`„˜ţBD@B List Continue„h¤x^„h2B@"2 Body Text¤x4@24 Header  ĆŕŔ!4 @B4 Footer  ĆŕŔ!.)@˘Q. 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